Diversidad cultural
Para
que la diversidad cultural sea una real fortaleza de la Araucanía, según el
Ingeniero Forestal y candidato a doctor Desiderio Millanao Antilef, ésta debiera
estar relacionada con lo que sucede con las comunidades biológicas. Donde la estabilidad
esta asociada al grado de diversidad del sistema, constituido por cada uno de
los elementos desempeñando su rol en el logro de su objetivo, pero en conjunto además,
contribuyendo a asegurar la estabilidad y sostenibilidad del sistema.
Esta
eficiencia en la funcionalidad del sistema natural, debiera servir de base para
la organización y estrategia de desarrollo de una región, cuya base demográfica,
lo constituye la interculturalidad de su población. Sin embargo, estas
fortalezas solo están latentes en la Araucanía, producto de su deterioro a
través del tiempo. En dos palabras, unos se adelantaron y otros se quedaron muy
atrás, produciéndose un desequilibrio en los roles, lo cual en alguna medida,
explica el deterioro del sistema denominado Región de la Araucanía.
La
diversidad cultural en esta condición, no ha pasado mas a allá, que una declaración
de principios, sobre la cual con cierta frecuencia, se argumenta en la retórica
de los actores regionales. El desafío es saber como empoderar a la sociedad de
esta característica, de modo que sus beneficios se puedan hacer evidentes, en el
modus operandi del territorio. De tal modo, que se le pueda dar expresión a
toda la diversidad regional, representada, en el rol de cada uno de sus actores.
Quienes en conjunto, contribuirán a dar sostenibilidad a la región, restaurando
los equilibrios correspondientes y frente a las debilidades, podrán contribuir unidos
a su superación.
Este
sistema regional no esta operando, su ineficiencia ha transformado a su principal
fortaleza en una amenaza, muchos de sus representantes, no están desempeñando
sus roles en la dirección indicada. Esta ocurriendo, como lo explica Millanao, “una
actuación descontextualizada de unos y otros, donde consciente o inconscientemente,
se esta operando en función solo de objetivos particulares, sin considerar que
el logro de ellos, es una resultante que también deriva de los objetivos de los
otros”. Aquí algunos sacan mejor partido del sistema y, ni siquiera imaginan
que su rol puede estar deteriorándolo y de pasada también, el logro de sus propios
objetivos.
La
diversidad cultural puede permitir desatar los nudos críticos, que obstaculizan la
puesta en valor de las manifestaciones o activos regionales, entre los cuales
está lo que pueden aportar las comunidades mapuche, asociadas a su entorno.
En una región marcada
por la pobreza, esto debería reflejarse, en poder preparar a las comunidades
para tomar mejores decisiones y adquirir una capacidad para vincularse a
procesos de creación de valor, dotándolas de una mayor competitividad. Esto, no
pasa por la focalización de subsidios, es algo más, es oportunidad y es
competividad. Las comunidades indígenas, por sus propios medios, deben encontrar
las respuestas a sus problemas, que no solo son de pobreza. Es la generación de
condiciones para articularse, mediante lo cual, es posible activar las fortalezas
de la diversidad y mediante las sinergias derivadas, trasformar en fortaleza
todas aquellas debilidades, que han comenzado a ser parte del sistema.
La pobreza en el mundo mapuche es una realidad, agravada por el
desconocimiento que la sociedad chilena tiene de sus pueblos originarios. Incluso para algunos, su “pobreza"
es considerada casi una bondad cultural, con el evidente riesgo de ser tomada como
una manifestación de ella. Estos prejuicios, también han contribuido a la baja
valoración de la cultura mapuche. También colaboran a esto, quienes en su
pretensión de atender los temas de pobreza, han usufructuado de ella, agravando
una situación de dependencia, que crea el asistencialismo con que ha sido
tratada.
Austral de Temuco