martes, enero 20, 2004

Impacto profundo

Al leer dos recientes editoriales de diarios regionales, una de Atacama en el norte del país y la otra de Aysen en el aislado sur, es posible constatar lo que el centralismo es a los territorios. Los mismos problemas que se viven en cada una de las regiones se repiten periódicamente en los distintos territorios, pareciera la crónica de un mal anunciado, que se repite año tras año en distintas realidades regionales de manera aleatoria.

Desde el norte se quejan que pese a lograr puntajes sobresalientes, la universidad regional no logra atraer a los mejores puntajes, los cuales se ven atraídos por las universidades de la capital. Muchas regiones no son capaces de interesar a quienes se distinguen, donde los mejores terminan emigrando en la mayoría de los casos. Incluso más, un gran porcentaje de los que estudian en las universidades regionales se van de la región después de obtener sus títulos profesionales.

En el sur se quejan de que quienes están en el centro del país asumiendo decisiones, desconocen las regiones, especialmente las extremas y todo lo ven muy fácil con un mapa y desde un escritorio. Pero sin quedarse en el puro lamento, expresan a renglón seguido que, no se trata de gritar más, de llorar o de pedir sin una base sólida. Lo que si se desea es conseguir las herramientas más eficaces que puedan servir a empresarios y comunidad en general, para concretar nuevos planes, para seguir creciendo. Es un gran anhelo sureño, el que la hermosa frase gubernamental del crecimiento en justicia y equidad se lleve a la práctica, para lograr cierta igualdad respecto del resto del territorio nacional.

Como corolario final, se destaca la importancia del actuar juntos para enfrentar el desarrollo desde Aysen, cuando expresan que la mejor manera de revertir esta situación, es con la unidad para exigir con mayor fuerza, lo que se necesita para asegurar un crecimiento sostenido y más equitativo.

martes, enero 06, 2004

¿País o ciudad?

En una de las últimas sesiones del 2003 de la Cámara de Diputados el ministro de la Vivienda Jaime Ravinet obtuvo el apoyo mayoritario de 43 parlamentarios, quienes rechazaron un acuerdo que proponía no usar el mecanismo administrativo diseñado por el Minvu y el cual permitirá hacer crecer Santiago en 88 mil hectáreas adicionales. Lo curioso es que 29 de estos parlamentarios eran de regiones, como lo denunció el movimiento ecologista y, entre ellos de la Araucanía rechazaron el acuerdo los diputados Bayo, Saffirio, Meza y Villouta.

Como lo expresa Ravinet y quienes rechazaron el acuerdo, la modificación aprobada por el Core Metropolitano no expande Santiago, sino que fija un procedimiento objetivo para evaluar los proyectos que se le presenten y que requieren determinados informes. Lo que se pierde de vista en todo esto, es que dada la gravedad del gigantismo y concentración de recursos experimentado por la capital, el problema ya no es de una ciudad sino de un país entero. Por lo tanto, implementar solo una medida de este tipo, la que se debería haber implementado hace 30 años, puede ordenar en parte el caos, pero no soluciona el problema. Para esto se requiere necesariamente medidas de shock, que busquen frenar la tendencia migratoria, por un lado, y por otro comprometer al país como un todo en políticas que privilegien el desarrollo de las regiones.

Al igual como en otras situaciones, como lo fue con la ley de casinos, es necesario que las autoridades políticas den señales nítidas de que se está gobernando un país y no solo una gran ciudad. Donde se busque que el resto del país crezca mas y no solo Santiago la haga a costa de los demás territorios, salvo que se quiera que la mitad de Chile a corto plazo viva en el área metropolitana.

Existe en muchos líderes nacionales una falta de coherencia, ya que si bien en la letra gobiernan todo el territorio, en sus palabras y acciones siempre se prioriza el desarrollo urbano orientado hacia y para Santiago. La ausencia de una visión de país que genere incentivos a un desarrollo territorial, no solo en lo urbano, nos hace retroceder como país. Y si de desarrollo urbano se trata, seria distinto si este privilegiara los ciudades intermedias y no solo la gran capital.

Diego J. Benavente Millán