martes, diciembre 20, 2005

No hay primera sin segunda

(Austral Temuco)

En la reciente elección hubo dos grandes hitos, en primer lugar, el que el sistema binominal ya no es imbatible, puesto que dos regionalistas lograron salir electos, en ambos extremos del páis como senador y diputada, corriendo por fuera de las coaliciones políticas. El segundo hito, es que el país se tomó definitivamente la segunda vuelta, la cual aprovecha para dirimir entre dos candidaturas, inclinando la balanza tal como lo haría en un regimen parlamentario, ya sea apoyando a la mayoría que resultó electa en la reciente elección o inclinándose por un contrapeso presidencial que le asegure estabilidad, genere alternancia o una representación más acorde a los equilibrios entre las dos coaliciones mas poderosas.

La reciente elección presidencial pese a los pronósticos de algunos, ha reafirmado el que existiendo la posibilidad de ir a una segunda vuelta, la gente opta por utilizarla para manifestar su opinión. Ya en la elección del 99 las cúpulas partidarias se asombraron, sin embargo el pueblo dijo algo muy distinto, de lo que muchos esperaban. Esta mas que claro, la segunda vuelta llego para quedarse y no quepa duda que en cuatro años más los candidatos a la presidencia en la primera vuelta, por parte de las dos grandes alianzas, bien podrían ser Girardi por el PS-PPD-PRSD, Alvear por la DC, Lavín por la UDI y Espina por RN.

El segundo hito anuncia que el desarme del sistema binominal ya se ha iniciado, todo esto gracias al impacto que ha provocado el que el independiente Carlos Bianchi saliera electo senador por Magallanes y Marta Isasi como diputada del PAR por Iquique. En el caso de Magallanes, cabe destacar la votación que obtuvo el independiente Miodrag Marinovic, candidato a diputado y compañero de lista de Bianchi, quien perdió por tan solo 800 votos. Lo más destacable, es que los tres compitieron contra la marea arrolladora y millonaria de la Concertación y la Alianza, sin embargo al igual que David contra Goliat, vencieron. Este triunfo regionalista es el comienzo del fin del centralismo.

martes, diciembre 06, 2005

Ese otro Chile

(Austral Temuco)

La inequidad y concentración en Chile, han quedado crudamente demostradas y contrastadas, con la reciente tragedia del Maihue y las pomposas inauguraciones de las nuevas estaciones del Metro en Santiago.

Sin duda, ese otro Chile, como lo expresa el presidente en las inauguraciones capitalinas, no es lo mismo que el Chile profundo, aislado y alejado de la mano estatal. Tampoco es lo mismo, estudiar en un colegio de Providencia o Puente Alto, ahora también con Metro y avenidas concesionadas a la puerta de la casa, gracias al Estado como gran aval, que estudiar en Maihue en un internado subvencionado que atiende a comunidades aisladas por falta de caminos, como la de Rupumeica, donde se movilizán apiñados en un lanchón destartalado sin salvavidas, producto de un Estado ausente.

Está más que claro donde han fallado las estructuras cupulares y elites, la deuda con ese otro Chile lejano y su sacrificada gente que hace patria en los distintos rincones, es incomensurable. Así como antiguamente se decía en educación que, la letra con sangre entra, es de esperar que esta vez la trágica lección no sea en vano y de una vez por todas, la descentralización tan vociferada y poco materializada, así como las conciencias de las elites, puedan despertar con la tragedia del Maihue, de su letargo centralista.

Estos desafíos territoriales que nos impone nuestra geografía, son los que la democracia cupular ni los políticos afuerinos han podido resolver, porque no los han vivido, ni conocen, ni logran vislumbrar. En tiempos de elección presidencial, el país hubiera esperado un pronunciamiento de los candidatos en torno a este gran tema país, sin embargo, en ningún debate, tribuna o programa se les ha escuchado, ni tampoco se les ha preguntado al respecto. Solo hay tiempo para elucubrar la mejor cuña televisiva, articular el gran discurso en la Enade y optimizar el número de palomas publicitarias por avenida, pero de ese otro Chile nada de nada.

Diego Benavente Millán