viernes, septiembre 11, 2009

Desafío Araucanía

Desafío Araucanía

Es necesario superar la modalidad de trabajo de los gobiernos centrales que, sin vivir ni conocer de cerca el problema, buscan desinflar los conflictos y olvidarse del tema hasta el nuevo brote violentista. Lo cual permite generalmente que se escuche más a los violentos que llaman la atención y definen la agenda, más que a la gran mayoría silenciosa que representa al 99% de las comunidades.

Escuchar a los que viven y profitan del conflicto, a quienes por nada del mundo les interesa que se solucione, porque es su plataforma de exhibición pública, implica seguir alentando la llamarada pública exacerbada también por los medios en un circulo vicioso o juego de suma cero, difícil de detener, porque la violencia vende. Sin importar, ni menos investigar a quienes la sustentan, si representan a alguien o solo a si mismos o si detrás de estos, existe una utilización ideológica que busca otros fines, por supuesto muy lejanos al desarrollo socioeconómico de nuestra Araucanía rural.

Nos falta una línea editorial común, nítida como región, donde se imponga la bondad y la mirada positiva, por sobre la imagen violenta, que bien puede llamar la atención, pero ya tiene cansada a la región entera y muy pronto al país.

Es hora de que los buenos salgan a la luz y las cosas se digan por su nombre, de seguir como estamos no vamos a llegar a ninguna parte. Es tiempo de que la región se haga cargo de su tema, pero con decisiones descentralizadas e integrales, diseñando instrumentos flexibles y soluciones desde y para la Araucanía. Así como también debemos expresar un NO rotundo y masivo a la violencia, sin ningún tipo de titubeos, y asimismo decir NO a la discriminación de ningún tipo, la cual incluso cuando es positiva, termina provocando odiosidades difíciles de superar. Es necesario corregir la legislación indígena y acotar definitivamente la entrega de tierras, esto lo dicen todos, pero nadie lo firma. Hoy en lugar de solucionar los problemas, esto se ha transformado, tal como esta diseñado el proceso, en una fuente de conflictividad permanente.


Diego Benavente Millán