martes, febrero 03, 2004

TV charcha

1ª escena: Un notero de la tercera edad en un programa nocturno del canal católico, con un lenguaje enredado por los efectos de la edad, hace preguntas obscenas y de mal gusto a distintas damas de la farándula, representando una imagen patética que probablemente obtiene buen rating en ese horario.

2ª escena: en distintas oportunidades en un programa sobre cirugía estética se repiten los casos de jovencitas faranduleras bien proporcionadas, que descontentas con uno que otro rollo y sus pechos pequeños, se quitan algo por aquí y se agregan silicona por alla.

La televisión abierta del país en especial sus canales mas grandes, han evolucionado hacia un modelo de TV que es espejo de cierto tipo de vida o cultura capitalina que se caracteriza por priorizar lo mediatico y lo farandulero, con resultados por lo general chabacanos. Por los excesos a los que está llegando no es muy difícil imaginar hasta donde se podría llegar.

Resulta curioso que al otorgarles las frecuencias para transmitir a lo largo de todo el territorio, se establecía en la ley orgánica constitucional Nº 17.377 de 1970 y la posterior Nº 19.131, que estos velarían a través de su programación entre otros, “a comunicar e integrar al país; difundir el conocimiento de los problemas nacionales básicos y procurar la participación de todos los chilenos en las grandes iniciativas encaminadas a resolverlos; velar por el permanente respeto a los valores morales y culturales propios de la Nación, a la dignidad de las personas, a la protección de la familia; al pluralismo; a la democracia; a la paz; a la protección del medio ambiente; y, a la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud dentro de dicho marco valórico".

Sin embargo, el concentrar estos canales en la capital, solo ha servido para proyectar un solo y, mal ejemplo de estilo de vida y cultura urbano-capitalina, olvidandose de paso de toda la riqueza y diversidad cultural presente en los distintos territorios del norte y sur de Chile.