Democratizar el desarrollo
La ausencia de movilidad social en
Chile es una muestra de la centralización de las oportunidades en el país. A
todo nivel hace falta el poder abrir los espacios para que el mercado permita
el surgimiento de emprendimientos de todo tipo, especialmente desde los
territorios.
La disminución progresiva de la
confianza de las personas en las instituciones incluyendo el sistema político,
deja en evidencia la urgente necesidad de poder contar con un Estado que sea
capaz de generar confianza, especialmente en la gente de regiones. Es muy
difícil, crearlas cuando el discurso público de las élites dominantes es uno y
la acción es otra. Élites que forjan sus liderazgos en una especie de
incubadora-segregadora, donde a los futuros líderes se les cría entre pares de
una misma casta desde el colegio, pasando por la universidad y terminando en
las empresas e instituciones bajo su dominio. Todo lo cual, no les permite
tener una visión de país ni menos sobre la diversidad de su gente, a lo más llegan
a vislumbrar uno que otro chispazo de territorio, cuando por casualidad se
topan, en un trabajo de verano y muy a lo lejos, con el Chile real y profundo
de sus regiones.
La acumulación de frustraciones
ciudadanas, es el germen de la desconfianza para algunos dirigentes. Sin
embargo, al evaluar el desempeño de la economía nacional, generalmente desde la
comodidad de la cúpula del poder, abundan los análisis acabados sobre las
causas del crecimiento. Pero nadie lo relaciona con algo que, a nuestro juicio
es la causa basal del tema, el que es prácticamente imposible impulsar un
desarrollo sostenido a nivel de todo el territorio nacional, si se sigue
impidiendo que todos los actores, sectores y regiones se puedan incorporar con
fuerza y en igualdad de oportunidades al sistema socio-económico y político.
Generalmente estos ejercicios apuntan a hacer despegar “la economía de ellos”
pero no se hacen cargo ni solucionan el fondo del problema, que es la exclusión
de la mayoría de poder llegar a ser actores del desarrollo.
Esto no solo ocurre en
Chile, Joseph Stiglitz, en un matutino capitalino expresaba recientemente que
la desigualdad sería un síntoma de un problema mucho mayor que amenaza el
desarrollo de Estados Unidos. Según él, el mercado y el sistema político
habrían fracasado. "EEUU ha creado una maravillosa maquinaria económica,
pero evidentemente ha servido únicamente a los que están en la cima". En
paralelo, condena la calidad de la democracia de su país, argumentando que sus
políticos no responden al interés general de los ciudadanos. Más bien, estarían
capturados por quienes concentran el capital. Suena conocido y mas adelante
agrega reforzando el tema, “Washington habría sido incapaz de regular y
corregir las fallas del mercado no por ineptitud, sino por la influencia del
dinero. Así el sistema estaría condenado a premiar a aquellos que están en la
cima en desmedro del restante 99% de la población.”
El dicho “mal de muchos
consuelo de tontos” viene como anillo al dedo, pero también nos sirve para poder
empezar a mirar el problema desde otro ángulo, así como también sus soluciones.
Hay que explorar soluciones propias y rápido, para lo cual el momento político
presidencial se presta de maravillas. Las candidaturas presidenciales deben
pronunciarse sobre esto sin rodeos y en especial decir como irán las regiones
en la parada. Ya viene siendo hora que le toque a los da abajo, a los de
regiones, que si bien queremos elegir al Intendente Regional, también
necesitamos mayor autonomía. A pesarse señoras y señores candidatos.
El Libertador de Rancagua