Recaudación y populismo
Muchos políticos giran anticipadamente,
a cuenta de las reformas tributarias como si fueran la gran panacea. Para
algunos, solo basta legislar y luego comenzar a contar los billetes,
lamentablemente la cosa no es tan fácil e incluso requiere tener muy presente
el equilibrio que debe haber de modo de no provocar un impacto inverso. Como
reza el dicho, en esto, no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que se desea
recaudar como impuestos se termina recaudando, hay que estudiar muy bien la
situación económica y tributaria nacional, antes de proceder a definir los
términos de una reforma tributaria.
Como lo expresa en un matutino
dominical el ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central, José de Gregorio,
economista que recién se integró al equipo económico de Bachelet, "hay que
conciliar una fórmula que tenga el menor impacto en el crecimiento económico y
que sea justa, en términos redistributivos."
La curva de Laffer, esbozada en una
servilleta por el economista Arthur Laffer, asesor del presidente Ronald
Reagan, logra demostrar que subiendo los impuestos puede incluso caer la
recaudación. Ya que en ocasiones, es precisamente, con rebajas fiscales como se
recauda más. Ya que inicialmente los ingresos tributarios aumentan con una
mayor tasa impositiva. Sin embargo, estos ingresos declinan cuando esta
aumenta, pues hay un momento a partir del cual la tasa impositiva se considere
tan alta, que los contribuyentes comienzan a dejar de pagar impuestos, ya que
pasa a ser más rentable el fraude, la elusión o el ocio, que la inversión o el
trabajo.
Por ejemplo en Islandia entre 1991 y
2001 con la tasa impositiva disminuyendo gradualmente desde el 45% hasta el 18%
los ingresos fiscales se triplicaron. A partir del 2001 los ingresos se
volvieron a triplicar, mientras la economía crecía a una tasa media del 4%.
Asimismo, otro factor a considerar y
que normalmente se pasa por alto, es el hacer más eficiente la administración y
burocracia del Estado, que por su antigua data y centralismo endémico, en
nuestro país, se ha convertido en una tremenda carga para el erario nacional.
Una súper estructura que por la vía de la reingeniería institucional y una
reforma administrativa, cada vez más descentralizadora, se podría simplificar,
disminuir y desburocratizar, producto de una gestión gubernamental eficaz y un
espíritu transversal que oriente a los actores políticos. Recortar unidades
ineficientes, modernizarlas y traspasar funciones a las regiones, son parte de
las medidas que cuestan y duelen, pero no hacerlo significa seguir hipotecando
un desarrollo nacional mas equilibrado, que le permita a Chile competir
adecuadamente en una economía mundial cada vez más globalizada.
También hay que tener presente, la
necesidad de desnudar algunas medidas populistas que se plantean generalmente
en épocas electorales, por ejemplo la gratuidad universal, que según Sebastián
Edwards, "es una política que, en sí misma, redistribuye dineros desde los
más pobres hacia los grupos de mayores recursos." Y aclarar otras como, lo
de una AFP estatal, pues "hay que ver en que consistirá en concreto, pero
eso no significa terminar con el actual sistema previsional." A renglon
seguido agrega que, los cambios en esta area, “deben hacerse dentro del actual
marco institucional. Justamente, es esa institucionalidad una de las
principales fortalezas de nuestra economía y hay que respetarla. Dicha
fortaleza institucional ha sido fundamental en explicar nuestro éxito
económico." Institucionalidad que recientemente, recibió el premio anual
de Icare, representada en el ex-ministro de Hacienda Alejandro Foxley y el
actual, Felipe Larrain.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (27 jul 2013)
El Centro de Talca (16 ago 2013)
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