Cascabel al gato
Sin duda los encapuchados
son un problema que se ha instalado a punta de molotov y destrucción de la
propiedad pública, ensuciando las protestas, marchas y manifestaciones que, por
mucha legitimidad que tengan, se ven desvirtuadas por este factor que las
contamina.
¿Es responsabilidad de los
organizadores poder velar el que no participen los encapuchados? Algunos o la
gran mayoría podrá estar de acuerdo con esto, otros que ideológicamente son más
permisivos, con este tipo de conductas, le achacan a la autoridad la función
exclusiva de evitar este tipo de interferencias. En concreto, esta es una tarea
de toda la sociedad, pero cuando la cosa es tan difusa, nunca funciona bien, ya
que generalmente se deslindan las responsabilidades frente al tema.
Una forma de delimitar el
tema, sugerida por un economista que funciona en base a incentivos y castigos,
sería instaurar el procedimiento de fijar una Boleta de Garantía que asegure
poder cubrir los eventuales daños que se ocasionen durante la marcha o
manifestación. Esta la debieran entregar anticipadamente las organizaciones
responsables de la marcha o aquellos líderes que la avalan o convocan. Habiendo
ocurrido destrozos en el pasado reciente, la autoridad debiera ser drástica en
conseguir que mientras nadie se ponga con aquello no habrá permiso. En
cualquier caso donde existan dudas, siempre se debiera facilitar algún parque,
recorrido u área que no represente una amenaza para la comunidad que habita
esos lugares y donde el riesgo de dañar la infraestructura u equipamiento sea
bajo. Por lo general, como los que pagan son todos los chilenos, es decir paga
Moya, las autoridades del área metropolitana y de cualquier signo, siguen dando
permisos irresponsablemente. Así el lema imperante, parece seguir siendo,
metale peñascazos y eche abajo cuanto semáforo se cruce en el trayecto de la
marcha.
Alguien tendrá que ser el
primero en poner las peras a cuatro, tomar el toro por las astas o ponerle el
cascabel al gato. Hay distintas formas de abordar el problema de manera
transversal, una es de corto plazo con una actitud muy restrictiva de parte de
la autoridad y otra es de mediano o largo plazo, que es educar a la juventud
desde la temprana infancia. En la primera alternativa, el Gobierno que sea,
debe asumir su responsabilidad de una vez por todas, si no hay permiso para
marchas al menos saldrán solo los malandras y será mas fácil atraparlos e
identificarlos.
En la segunda alternativa,
la sociedad encabezada por la autoridad, debe empezar a intervenir vía educación
cívica para que se valore el equipamiento publico y lo que este nos cuesta y
sirve a todos. Así como también, aprender a valorar lo necesario que es el
vivir en sociedad sin violentar o pasar por encima de los derechos del vecino.
Que generalmente, si cumple todas las reglas y paga sus impuestos y además los
daños cuando el Estado se lo requiere.
Si uno compara con procesos
vividos en épocas pasadas, por mucho menos se empezó a perder el respeto por la
democracia en tiempos de Frei Montalva, con violencia verbal y luego callejera,
barricadas con llamas cada vez mas seguidas. Con autoridades y lideres
políticos que renunciaban, unos a ejercer el poder de sancionarla e impedirla
actuando preventivamente y otros, a deslegitimarla. De ahí, a que una sociedad
le pierda el respeto a una sana convivencia, hay un solo paso. Evitarlo es la
tarea de todos, pero siempre la responsabilidad mayor, será de aquellos líderes
que saben asumir un liderazgo ejemplarizador. Los mismos que son capaces de
construir un país, entre todos.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (20 jul 2013)
El Centro de Talca (02 ago 2013)
Austral de Temuco (04 ago 2013)
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