Diferencias que marcan
Hacia 1600 en Latinoamérica, ya existían hace rato ciudades como Lima,
México y otras 10 ciudades, habían 30 Gobernaciones, 9 Real Audiencias, 3 Casas
de Moneda, 24 Obispados y 4 Arzobispados. En cambio en América del Norte recién
se fundan Nueva York en 1609, Boston en 1630 y Filadelfia en 1661. En aquella
época si alguien hubiera cruzado una apuesta a favor de los anglosajones, de
seguro nadie habría dado un peso, los del Norte solos y abandonados a su suerte
frente a los del Sur con la gran Corona española detrás. Sin embargo, las cosas
hoy en día son totalmente distintas, de ahí que siempre resulta útil el poder
hurgar en las causas de estas grandes diferencias en el desarrollo posterior de
unos y otros.
Unos los anglosajones, grupos disidentes abandonados a su suerte por la
autoridad, cuando llegaron se establecieron y no se llevaron el botín, como si
lo hicieron los hispanos, proceso que fue descrito y proyectado hasta nuestros
días por Felipe Lamarca, como la cultura de la pasada. Ellos rara vez se
establecieron, cumplían funciones y luego regresaban, así la conquista fue muy
centralizada y con un férreo control político, religioso y legal.
Esta marcadas diferencias de las dos Américas, las describen
certeramente, por una parte, el abogado e historiador penquista Guillermo
Fernández S. expresando que “en América Latina, a diferencia de Norteamérica
surgió una mentalidad centralista”. Y por otra el sociólogo argentino Agustín
Álvarez describiendo que “mientras en América del Norte se aprendiera a
trabajar y a gobernar, en la América del Sur se aprendió a rezar y obedecer”. El legado español también se refleja, según Álvarez, en la
configuración del carácter hispanoamericano, donde la vanidad, el orgullo y la
gloria se traducen en actitudes políticas en las que prevalece el personalismo
y la intransigencia. Estas y otras características negativas de la “política
criolla” no se corresponden con las disposiciones que requiere la vida
democrática basada en la tolerancia, el sentido práctico, el contrapeso y
equilibrio de poderes.
Asimismo Adam Smith en 1776, tenía la siguiente opinión al respecto: “En la conquista de América por la corona
española, las primeras leyes que esta dictó con referencia a aquellas tuvieron
la finalidad de asegurarse el monopolio de su comercio, de limitar su mercado y
de ensanchar el suyo propio a expensas de las colonias es decir, desalentar su
prosperidad mas bien que hacerla avanzar”.
El crecimiento
experimentado por Norteamérica, asomando ya como potencia mundial, al promover,
al igual que en Inglaterra, las libertades individuales, la ciencia, la
industria y el comercio, es evidente según Álvarez, ante el retraso de España, detenida luego de
su expansión imperial por causa del absolutismo político, el fanatismo
religioso y el dogmatismo resultante en el cultivo del conocimiento. Cualidades
que se extienden a la América del Sur y, que hicieron que los destinos de unos y otros se alejaran cada vez más.
Si bien Chile en las últimas
décadas ha avanzado sostenidamente, la mochila centralista y los vicios de
nuestra clase política, que acostumbra a reinar sin contrapeso y solo
escuchándose así misma, nos recuerdan permanentemente que hay una serie de
tareas inconclusas. De seguirlas postergando, probablemente nos hagan descender
en la tabla de posiciones de las clasificatorias al Mundial del desarrollo.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (15 sep 2012)
El Centro de Talca (15 sep 2012)
Austral de Temuco (16 sep 2012)
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