Desafío Araucanía
Desafío Araucanía
Es necesario
superar la modalidad de trabajo de los gobiernos centrales que, sin vivir ni
conocer de cerca el problema, buscan desinflar los conflictos y olvidarse del
tema hasta el nuevo brote violentista. Lo cual permite generalmente que se
escuche más a los violentos que llaman la atención y definen la agenda, más que
a la gran mayoría silenciosa que representa al 99% de las comunidades.
Escuchar a los que
viven y profitan del conflicto, a quienes por nada del mundo les interesa que se
solucione, porque es su plataforma de exhibición pública, implica seguir
alentando la llamarada pública exacerbada también por los medios en un circulo
vicioso o juego de suma cero, difícil de detener, porque la violencia vende.
Sin importar, ni menos investigar a quienes la sustentan, si representan a
alguien o solo a si mismos o si detrás de estos, existe una utilización
ideológica que busca otros fines, por supuesto muy lejanos al desarrollo
socioeconómico de nuestra Araucanía rural.
Nos falta una línea
editorial común, nítida como región, donde se imponga la bondad y la mirada
positiva, por sobre la imagen violenta, que bien puede llamar la atención, pero
ya tiene cansada a la región entera y muy pronto al país.
Es hora de que los
buenos salgan a la luz y las cosas se digan por su nombre, de seguir como
estamos no vamos a llegar a ninguna parte. Es tiempo de que la región se haga
cargo de su tema, pero con decisiones descentralizadas e integrales, diseñando
instrumentos flexibles y soluciones desde y para la Araucanía. Así como también
debemos expresar un NO rotundo y masivo a la violencia, sin ningún tipo de
titubeos, y asimismo decir NO a la discriminación de ningún tipo, la cual
incluso cuando es positiva, termina provocando odiosidades difíciles de
superar. Es necesario corregir la legislación indígena y acotar definitivamente
la entrega de tierras, esto lo dicen todos, pero nadie lo firma. Hoy en lugar
de solucionar los problemas, esto se ha transformado, tal como esta diseñado el
proceso, en una fuente de conflictividad permanente.
Diego Benavente Millán