Es lo que hay
Cada cierto tiempo en “nuestro país” y no, “éste país”, como les gusta a muchos llamarlo, buscando desligarse al describir situaciones incomodas en las que no les gustaría verse involucrados, se tiran al aire frases grandilocuentes a veces absurdas, algunas en su época incluso han sido muy aplaudidas. Si uno las ordena en una serie más o menos cronológica dan una impresión bastante acertada de lo que es nuestra idiosincracia nacional, tanto en lo político como en lo sociocultural.
Por ejemplo, como no recordar aquella época donde la convivencia política llegó a un extremo tal, con frases como: "no cambio una coma de mi programa ni por un millón de votos" o esta otra de la vereda del frente, "le vamos a negar la sal y el agua" o esta última, "no soy presidente de todos los chilenos". El resultado a esta lógica estéril de enfrentamiento total, fue lamentablemente el que nos llegara otra frase famosa, "no se mueve una sola hoja sin que yo lo sepa”.
Con todo, logramos asomarnos a la globalización primeros en Sudamérica, sin embargo un economista como Sebastián Edwards, exhibiendo una autocrítica envidiable, acusa las trabas que presentamos para aspirar al primer mundo, “somos impuntuales, sacadores de vuelta y poco trabajadores para ser desarrollados”. A todo lo anterior hay que agregar lo aparentadora de nuestra cultura, fundamentalmente la capitalina, con los celulares de palo, los carros de supermercado llenos de delicatessen caras abandonados a medio pedido, los autos con calcomanías de colegios caros sin ser sus propietarios ex-alumnos de aquellos o los 18 de 20 lujosos departamentos de Vitacura "colgados" al cable. Todo muy necesario para esta cultura farandulera, como lo justifica Emeterio Ureta: “debo aparentar que tengo buena pintura porque me rozo con mucha cuica”.
En todo caso, no hay de que preocuparse, en el país, “las instituciones funcionan”, “aqui y ahora”, e incluso hay autoridades capaces de decir "mi error fue no haber dicho la verdad desde el principio". En consecuencia ciudadanos, “es lo que hay”.
Diego J. Benavente Millán