Doctrina oculta
(Columna Nº 200 Diario Austral de Temuco)
En el documento “La doctrina (oculta) de la descentralización chilena” de Sergio Boisier, éste expone como la política de desarrollo regional en Chile, nace como consecuencia de desastres naturales. Primero lo fue el terremoto de Chillán en 1939 el que representó una coyuntura para la creación de la Corfo, con la industrialización que modificó la geografía económica del país e introdujo la noción de región, al proponer cuatro grandes macro regiones geoeconómicas.
Después vendría el terremoto de 1960, donde la Corfo pasa a ser la Secretaría Técnica de los nuevos Comités Provinciales de Desarrollo, para “…equilibrar el desarrollo económico del país, eliminar los focos de centralismo, la concentración productiva y el crecimiento dispar de las diversas regiones del país”. Y a mediados de los sesenta el gobierno de Frei Montalva crea la Oficina de Planificación Nacional (Odeplan), que posteriormente derivaría en Mideplan.
El gobierno militar encabezado por Pinochet, que nace de un desastre político, si bien fue gran impulsor de la descentralización, al mismo tiempo quien gobernaba solía decir: “La administración se descentraliza; el poder jamás”. Según Boisier, Pinochet además de su vocación autoritaria, “se hacía vocero de la cultura política y administrativa chilena, que predica exactamente lo mismo”.
En sintesis, la doctrina oculta a la que alude Boisier acerca del poder político, está sumamente asentada en la idiosincracia nacional, lo cual frente a los gobiernos regionales, que el año pasado cumplieron 10 años de vida, según él, “impone barreras dificiles de superar mediante una Ley de Gobierno Regional que en los hechos no admite ejercer tal función en las regiones”.
Parafraseando a Boisier, habrá que esperar una hecatombe natural o un gran maremoto en el país para que la clase política chilena que “jamas ha estado a favor de la descentralización política”, pueda evolucionar hacia un escenario donde se crea realmente en la participación de los ciudadanos, sin importar el lugar en donde se vive.
Diego J. Benavente Millán