Ya viene
Al parecer este fin de
marzo será clave para la Concertación y por supuesto también para Bachelet, ya
es casi un hecho que va a volver y de salir electa, como ya aseguran
anticipadamente muchos de la Concertación, lo será no por el factor novedad,
que sin duda ya no lo tiene, sino porque ella, conforme a lo que fue su
anterior mandato y por lo que especulan sus mas cercanos, léase entre otros el
senador Escalona, asegura un gobierno sin estridencias de la izquierda. Podrá
ser un gobierno plano sin mucha innovación, ya que los rostros ya conocidos,
sino lo hicieron antes, porque podrán ahora ser distintos, dirán muchos. Pero
sin duda, será un gobierno que le dará mayor espacio al mundo más izquierdista
en su acceso al poder, pero esto será sin derecho a volante, a lo mas maleta,
ya que ese deberá será su gran atractivo y seguro para aspirar a salir
elegida. Para poder ganar, entre otros,
deberá darle tranquilidad al Chile conservador del centro político.
Tal como lo expresa
Ricardo Solari, "la gran tarea de Bachelet es ajustar las expectativas a
varias realidades", ya que serán muchos los que querrán que los interprete
en particular. La apuesta a la que se jugarán muchos, será nuevamente por un
figura del tipo maternal, que asegure el orden en la sala y de tranquilidad
incluso a la derecha empresarial, ya que gobernará como antes, dentro del cauce
democrático y el respeto a las reglas del juego. Aunque este, no sea el juego
en que quieren algún día psrticipar, los del ala más extrema, como es el caso de los comunistas,
en su ruta a la Moneda. El lema podría ser, no es necesario avanzar dando
brincos largos, si algo se puede hacer a paso corto, pero seguro. Incluso a
veces sin avanzar se genera sensación de progreso, por la pura inercia
institucional acumulada por la sociedad.
Para jugar a la
democracia, lo primero es participar y adecuar las expectativas. En países mas
conservadores que revolucionarios, como lo es Chile los grandes cambios se
deben construir de manera evolutiva y acumulando experiencia, institucionalidad
y participación. Por otro lado, asegurar gobernabilidad para enfrentar los
cambios sociales en la dirección que el país requiere, cada vez tiene menos que
ver con los rostros, por el contrario, esto pasa más por los espacios de participación
que se puedan abrir y por las cuotas de poder que se este dispuesto a
traspasar.
Por decirlo de otro
modo, Bachelet aunque en su fuero interno así lo quisiera, no asumirá por
ejemplo el liderazgo ni las banderas de la izquierda latinoamericana que Chávez
dejo vacante con su partida.
Su desafío será poder
crecer económicamente para superar lo que no hizo en su periodo anterior y para
esto deberán extremar su habilidades los economistas de su equipo, para
aprovechar, por un lado, el vuelo que ya augura la bonanza, gracias al
eficiente manejo económico del gobierno de Piñera y por otro, el tratar de
mantenerlo o incluso incrementarlo. Lo cual será parte de los postulados
programáticos que aun no se conocen y a lo cual, ahora último se le debe asociar
un triunfalismo anticipado que, expresado en palabras del cientista político
Patricio Navia en una reciente columna, son como “el síndrome de la carrera
ganada que se enfrenta ahora con la duda sobre el contenido del esperado
mensaje de Bachelet.”
Si no fuera posible la
reelección para quienes ya han ocupado el cargo de presidente de la República,
como lo decíamos la semana pasada, lo más probable es que ya estaríamos
inmersos en una rica y sana discusión política entre los distintos aspirantes a
ocupar la cabecera. Pero en fín, ya no queda mucho para iniciar el debate,
porque ya viene.
El Libertador de Rancagua
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