viernes, enero 11, 2013

Doña Violencia

Es triste constatar que sólo después de la horrorosa muerte del agricultor Werner Luchsinger y su señora Vivian Mackay, amigos que echaremos mucho de menos, la sociedad nacional se comienza a preocupar en serio del conflicto en La Araucanía, al menos en las declaraciones y gestos. Tuvieron que ocurrir estas trágicas muertes para que se reunieran, por primera vez para analizar el tema, los cuatro senadores de esta región con el Ministro del Interior y este a su vez con los presidentes de los partidos políticos nacionales, para analizar la problemática situación que vive este territorio. Poderosa Doña Violencia que ha conseguido que muchas autoridades se preocupen y empiecen a hacer su trabajo, incluso consiguió que se reunieran la Agencia Nacional de Inteligencia ANI con los jefes de inteligencia de las distintas ramas de las FFAA y Seguridad, acordando seguir reuniéndose periódicamente para coordinar su accionar. En este tema país, vamos siempre de atrás, llegamos tarde una vez más. Cuando si hay un tema en el que debiéramos adelantarnos, es precisamente este. Es hora de aprovechar el consenso político para dar pasos concretos, como por ejemplo tipificar como delito el ocultar el rostro, como lo hizo Alemania en su tiempo logrando combatir con éxito a la tristemente famosa Brigada Baader Meinhoff.

Hace exactamente 12 años atrás escribíamos en una columna de un medio regional, cuyo titulo era Plebiscito Mapuche, lo siguiente: “Cuando se presta atención a quien grita, golpea y atrae a las cámaras, para dar la idea de conflicto generalizado, amparado en la postergación histórica de los mapuche, los que queman maquinas o incendian, imitando experiencias extranjeras, terminan imponiendo sus condiciones. Esto se agrava, al no existir  instancias para escuchar a las mayorías sin voz, siempre lejos del ruido comunicacional. Escuchar al pueblo, es sano para cualquier autoridad.” Y proponíamos organizar un plebiscito mapuche, para saber lo que ellos quieren. Por mi experiencia de más de veintiséis años con la Araucanía, una abrumadora mayoría es totalmente contraria a este tipo de violencia.


Muchos han salido a la palestra solicitando distintas medidas como la aplicación de la ley antiterrorista o el declarar un estado de excepción, que le permita al Estado poder resolver esta delicada situación. Ante la leche derramada muchos vociferan y, a río revuelto, son pocos los que, con la calma que se aconseja en estos momentos, trabajan por fortalecer a la sociedad y asegurar sus estados de calma anteriores e iniciar un trabajo de mediano y largo plazo que permita cuidarla y en la medida de lo posible, blindarla de la ocurrencia de estos desgraciados hechos. Más que un estado de excepción, lo que se requiere de parte de toda la sociedad nacional, en especial de sus autoridades centrales y dirigentes políticos, es un estado de introspección, que les permita asumir con sinceridad lo que no se ha hecho por décadas y décadas. Y de paso escuchar y empoderar a los que saben y viven esta problemática en la misma región, para que se puedan transformar, junto con una institucionalidad moderna y ad hoc, en instrumentos efectivos de solución de sus problemas. Por ejemplo, con un intendente elegido y legitimado por la ciudadanía regional, al menos sería posible anticipar soluciones, coordinar inteligencia y tener el peso democrático suficiente, para convencer a las autoridades centrales de la urgencia de adoptar determinadas políticas y programas.

La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (ene 2013)
(Werner y Vivi) Austral de Temuco (06 ene 2013)