Doña Violencia
Es triste
constatar que sólo después de la horrorosa muerte del agricultor Werner
Luchsinger y su señora Vivian Mackay, amigos que echaremos mucho de menos, la
sociedad nacional se comienza a preocupar en serio del conflicto en La
Araucanía, al menos en las declaraciones y gestos. Tuvieron que ocurrir estas trágicas
muertes para que se reunieran, por primera vez para analizar el tema, los
cuatro senadores de esta región con el Ministro del Interior y este a su vez
con los presidentes de los partidos políticos nacionales, para analizar la
problemática situación que vive este territorio. Poderosa Doña Violencia que ha
conseguido que muchas autoridades se preocupen y empiecen a hacer su trabajo,
incluso consiguió que se reunieran la Agencia Nacional de Inteligencia ANI con
los jefes de inteligencia de las distintas ramas de las FFAA y Seguridad,
acordando seguir reuniéndose periódicamente para coordinar su accionar. En este
tema país, vamos siempre de atrás, llegamos tarde una vez más. Cuando si hay un
tema en el que debiéramos adelantarnos, es precisamente este. Es hora
de aprovechar el consenso político para dar pasos concretos, como por ejemplo
tipificar como delito el ocultar el rostro, como lo hizo Alemania en su tiempo
logrando combatir con éxito a la tristemente famosa Brigada Baader Meinhoff.
Hace
exactamente 12 años atrás escribíamos en una columna de un medio regional, cuyo
titulo era Plebiscito Mapuche, lo siguiente: “Cuando se presta
atención a quien grita, golpea y atrae a las cámaras, para dar la idea de
conflicto generalizado, amparado en la postergación histórica de los mapuche, los
que queman maquinas o incendian, imitando experiencias extranjeras, terminan
imponiendo sus condiciones. Esto se agrava, al no existir instancias para
escuchar a las mayorías sin voz, siempre lejos del ruido comunicacional.
Escuchar al pueblo, es sano para cualquier autoridad.” Y proponíamos organizar
un plebiscito mapuche, para saber lo que ellos quieren. Por mi experiencia de
más de veintiséis años con la Araucanía, una abrumadora mayoría es totalmente
contraria a este tipo de violencia.
Muchos han
salido a la palestra solicitando distintas medidas como la aplicación de la ley
antiterrorista o el declarar un estado de excepción, que le permita al Estado
poder resolver esta delicada situación. Ante la leche derramada muchos
vociferan y, a río revuelto, son pocos los que, con la calma que se aconseja en
estos momentos, trabajan por fortalecer a la sociedad y asegurar sus estados de
calma anteriores e iniciar un trabajo de mediano y largo plazo que permita
cuidarla y en la medida de lo posible, blindarla de la ocurrencia de estos
desgraciados hechos. Más que un estado de excepción, lo que se requiere de
parte de toda la sociedad nacional, en especial de sus autoridades centrales y
dirigentes políticos, es un estado de introspección, que les permita asumir con
sinceridad lo que no se ha hecho por décadas y décadas. Y de paso escuchar y
empoderar a los que saben y viven esta problemática en la misma región, para
que se puedan transformar, junto con una institucionalidad moderna y ad hoc, en
instrumentos efectivos de solución de sus problemas. Por ejemplo, con un
intendente elegido y legitimado por la ciudadanía regional, al menos sería
posible anticipar soluciones, coordinar inteligencia y tener el peso
democrático suficiente, para convencer a las autoridades centrales de la
urgencia de adoptar determinadas políticas y programas.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (ene 2013)
(Werner y Vivi) Austral de Temuco (06 ene 2013)
El Libertador de Rancagua (ene 2013)
(Werner y Vivi) Austral de Temuco (06 ene 2013)
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