No estoy ni ahí
Sin duda, la modernidad, la
tecnología, el mercado mundial y la globalización nos han traído muchas cosas
buenas y adelantos, pero también otras que a veces nos confunden con los
cambios que trae consigo su implementación, poniendo en duda a veces su función
colaborativa. Las redes sociales son un ejemplo, especialmente Twitter y
Facebook como las mas emblemáticas y mas usadas. Junto con el beneficio de la
interconexión permanente, han provocado en una parte de los usuarios, un exhibicionismo
patológico. Si bien han permitido abrir espacios de conversación e intercambio
de historias, superando la lejanía, aún no logran abrir los corazones o superar
las corazas. En esto el cara a cara es insuperable.
Es sabido, por otro lado,
que los mercados cada vez más segmentados y especializados promueven e
incentivan el uso de marcas exclusivas, siendo la rotación y la diferenciación
motores importantes de aquello. Así, está por un lado el querer distinguirse y
ser exclusivos y, por otro, la aspiración de muchos, de poder tener cada vez
más seguidores en las redes, quien entiende la cuestión. No estoy ni ahí con
las redes sociales, ni menos con el jueguito de las marcas, salvo para impulsar
la descentralización.
Hay mucho contrasentido,
cual es el interés de poder abrir y ventilar tanto asunto personal urbi at
orbi, al mundo entero, si apenas uno se conoce a uno mismo, con que ropa. La de
la marca exclusiva dirá mas de alguien, para poder impresionar.
De donde sale esta urgente
necesidad de ubicuidad o de estar conectados y comunicando nerviosamente en
todo momento y en todo lugar, lo que incluso a veces no le interesa ni siquiera
al que lo esta despachando.
Me resisto a creer que este
mundo creciente y nerviosamente interactivo sea mejor que el de hace muy poco,
ni siquiera al de antaño. O al reposado y reflexivo mundo que se vive en la
provincia profunda, donde doña pausa es ampliamente valorada y defendida a
brazo partido. Hay de aquel que ose interrumpirla.
El valor de la reflexión se
ha diluido, el sin ruido computacional individualista, con la gente mimetizada
en la inmensidad global, no logra ocultar la creciente soledad del individuo,
quien cual simple tecla, añora que alguien lo toque mágicamente.
Escucho, veo y me detengo,
igual que el Pare, Mire y Escuche, pero ahora ni siquiera viene el tren, reina
el imponente vacío, enmarañado en una multiplicidad de eventos, noticias y
exhibicionismo. Este parece ocultarse magistralmente, pero está ahí siempre
presente, cual sombra u elefante en la habitación. El pienso luego existo, paso
de largo hace rato, hoy es el tecleo incontinente para mostrarse presente,
aunque no se tenga claro, ni de donde se viene, ni menos para donde se va. En
dos palabras, el sordo ruido del teclado, sirve cada vez más para ocultarse de
uno mismo, buscando la compañía virtual de los demás, cerquita pero vía
pantalla, no vaya a ser cosa que se acerquen mucho, porque ahí si que da susto
o incluso lata.
Ni tan lejos que te hieles,
ni tan cerca que te quemes, rezaba un viejo refrán. Hoy en cambio, se produce
una paradoja virtual, por un lado, las redes nos van alejando de a poco de los
cercanos y por otro, engañan haciendo creer que se está cerca de los lejanos.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (09 dic 2012)
El Centro de Talca (01 ene 2013)
Austral de Temuco (23 dic 2012)
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