El centralismo y lo mapuche
En el marco del
conflicto mapuche, algunos trágicos hechos que han ocurrido en la comuna de
Vilcún, han marcado la agenda pública. El año 2008 cuando muere baleado Matias
Catrileo, provocó en su época que el ejecutivo le pusiera urgencia y lograra la
aprobación del Convenio 169, que estaba en debate desde el año 1989. En otro
hecho trágico, al comienzo de este año, mueren calcinados el matrimonio
Luschsinger-McKay, a corto andar el gobierno desde La Moneda anuncia una
reforma constitucional, proyecto de ley que contempla otorgarle el
reconocimiento constitucional a los pueblos originarios y además la creación de
un Consejo de Pueblos Originarios.
La encrucijada que se
produce frente al uso de la violencia y el combate de ésta por parte de la
autoridad, sumado al desconocimiento de los líderes nacionales, es uno de los
temas claves. La Araucanía se puede llenar de carabineros y PDI pero si no hay,
por un lado, un respaldo sólido a su accionar y por otro, una capacidad
adecuada de articulación, análisis y anticipación en materia de inteligencia,
asegurando la permanencia de su aprendizaje y experticia en el tiempo, se
seguirá sin solución. Ya que todo lo bueno que pueda hacer en materia de
desarrollo cualquier gobierno, se viene abajo con estos hitos trágicos, que
buscan impactar mediáticamente en fechas emblemáticas a la atención pública.
La ausencia de
liderazgos legitimados en los territorios, producto de un país extremadamente
centralizado, con ejemplos como la no elección de los intendentes regionales,
hace mucho más difícil la situación. Esto consigue que las decisiones
complicadas descansen siempre en los hombros de las autoridades nacionales, que
muy poco logran pispar sobre el tema y menos haber vivido la experiencia y su
complejidad, de manera directa en sus breves períodos de gobierno. Todo esto
hace prácticamente imposible que el país pueda aspirar, bajo este esquema, a
construir una agenda transversal que aborde esta temática de tanta importancia
para el desarrollo del sur de Chile, en aras de un desenvolvimiento económico
bajo un clima de paz y tranquilidad.
Para avanzar en pos de
una solución, hay que hacerlo en todos los frentes y de manera permanente, ya
que el preocuparse, como ha sido la tónica hasta la fecha, fundamentalmente
cuando ocurren hechos violentos, lo único que produce es marcar con fuego los
avances y anclarlos como grandes hitos de la estrategia de los grupos
ideologizados que usan la violencia como medio de acción para imponer sus
argumentos, sin importarles mayormente si estos coinciden o representan lo que
la mayoría de las comunidades mapuches aspiran. Por el contrario, la gran
mayoría regional y nacional, mapuche y no mapuche, que es contraria al uso de
la violencia se encuentra desamparada por la inacción de sus líderes en esta
materia. Los proyectos que surgen en las crisis, como dice un abogado amigo,
tienden a profundizar los problemas, más que ayudar a solucionarlos.
La participación de
uno de los actores principales del territorio, es decir los mapuches, sin duda
es otro de los elementos clave y ausente en este esquema centralizador. Incluso
en los tiempos duros de Pinochet, se fue mucho más abierto en el tema indígena
en La Araucanía. Bajo su mandato se conformó, en 1977, el Consejo Regional
Mapuche, órgano que dependía y debía trabajar en conjunto con la Intendencia
Regional, el cual estaba integrado por los representantes de los consejos
comunales mapuches, los cuales eran elegidos por el consejo de lonkos de cada
comuna con alta población indígena.
El Libertador de Rancagua
El Centro de Talca (26 ene 2013)
El Centro de Talca (26 ene 2013)
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