viernes, agosto 10, 2012

Un CHILE y un chile

Las diferencias entre el CHILE de la cota mil y el de las zonas extremas de las regiones, son abismantes, podemos ser el mismo país, pero los primeros compiten y se codean con el primer mundo y los segundos los tenemos sumidos en el tercer mundo, si es que no están más abajo. En el país hace mucho rato que está mal pelado el chancho.

La triste y cruda realidad que viven estos habitantes que hacen patria en lugares como la cordillera, quedan en evidencia con reportajes como el reciente de Megavisión, sobre la pobreza de los niños de la nieve de Callaqui en el alto Bio Bio. Impresiona la sorpresa del equipo periodístico, como que acabaran de descubrir la pobreza, al constatar escuelas con escaso apoyo comunal y central, niños de familias con grandes dificultades para alimentarlos y vestirlos, caminando descalzos bajo el crudo invierno. Lo bueno de todo esto, es que su reportaje logró motivar a muchos capitalinos, lográndose como resultado, que llegara a la escuelita de Callaqui una caravana importante de vehículos con ayuda de todo tipo. Sin duda, con esto se aligera el cargo de conciencia de muchos, y otros al poco rato, ya lo habrán olvidado.

El tema fundamental, es como nos organizamos como país para, primero entender y atender todas sus realidades, sin seguir acumulando la riqueza en muy pocas manos y en el mismo metro cuadrado capitalino y, en segundo lugar, como lo hacemos para distribuir los recursos de tal manera, que estos lleguen a los que menos tienen y en especial hacia aquellos que viven en condiciones más extremas como en este caso, los niños de la nieve. Esto requiere sin duda el conocer las distintas realidades, no solo a través de un veraneo ni por la vía de un trabajo de invierno esporádico. Quienes mejor saben de esto, son los propios habitantes y líderes de sus territorios y la mejor forma de aprovechar sus experiencias, es abriendo espacios a la participación, descentralizando las decisiones, haciendo que la democracia llegue a todas partes, como por ejemplo a las regiones.

Para que esto ocurra, también es necesario saber escuchar a los actores reales y cautelar, el que nadie se arrogue la representación de quienes no le han otorgado ese rol, así como también poder desnudar a los aprovechadores que muchas veces usan la violencia para conseguir sus fines.

La gente de regiones se la tiene que jugar por construir un Chile justo, debemos participar activamente en lograr un gran consenso ciudadano, que permita hacer los cambios que nuestra política e institucionalidad requieren. La crisis política que sufre nuestra Patria obedece a la ausencia de un proyecto socio político verdaderamente mayoritario que incorpore activamente a las comunidades regionales. La falta de esa mayoría mantiene y acrecienta una serie conflictos que se manifiestan periódicamente a lo largo del país, lo cual es urgente corregir.


Para superar estas deficiencias, hay que adaptar el Estado a las nuevas circunstancias que Chile y sus regiones viven y deberán enfrentar en el futuro, en un mundo cada vez mas competitivo e integrado. Esto requiere un sistema político electoral que desconcentre el poder y que promueva una mayor participación y una mejor ocupación del territorio, generando polos de poder y desarrollo sostenibles que contrapesen y disminuyan, cada vez más, la burocracia centralizada. Un sistema que incentive a las comunidades a asumir responsabilidades, a ser autosuficientes y además fomente la generación de identidad.

La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (16 dic 2012)
El Centro de Talca (04 ago 2012)
Austral de Temuco (05 ago 2012)