viernes, abril 20, 2012

Política de impacto

En los tiempos actuales, la política cada vez más se vincula, asocia y depende, de determinados fenómenos comunicacionales o mediáticos, hoy hacer política sin contemplar este singular aspecto, para bien o para mal, puede significar la supervivencia o el fracaso de un determinado liderazgo.

La importancia del impacto mediático en la generación de capital político es un aspecto esencial, que incluso puede contribuir a elevar figuras que en un comienzo pueden no tener gran figuración. Por supuesto, no es posible crearlas de la nada, estas deben ya poseer un piso mínimo de características de empatía, capacidad intelectual profesional y llegada con la gente. Es el caso de Bachelet, quien pese a tener una pasada deslucida por Salud, al protagonizar en su cargo de Ministra de Defensa, la anécdota de subirse a un carro Movak para las inundaciones, proyectó una imagen que complementó su batería de atributos agregándole aspectos mas duros y asociados a lo masculino, como lo es lo propio de Defensa y el salir a bordo de un blindado. Lo cual la catapultó directo a la Moneda, a pesar de los partidos.

Algo similar ocurre con Laurence Golborne con su salida de libreto en el rescate de los 33, cuando apurado y bajo la presión de las preguntas de los familiares y periodistas, se quebró ante las cámaras esbozando un sollozo, que sin duda le agregaron a su dureza ministerial masculina, componentes esenciales de sensibilidad mas típicas de lo femenino. Como lo reafirma en un reportaje dominical el alcalde De la Maza “probablemente si no hubiera existido el episodio de la mina, de los 32 chilenos y un boliviano que estuvieron en este proceso, no estaría en la situación en que está.”

En dos palabras, ambos líderes políticos, sin mayor arrastre o posicionamiento político relevante, hasta ese momento clave que les correspondió vivir, fueron capaces de generar ante la ciudadanía, gracias al ensanchamiento de su banda, al complementar o enriquecer su imagen pública, un impacto que hasta el día de hoy, de seguro tendrá a más de alguno planificando estudiados malabares y ángulos ante las cámaras, cada vez que se produce la coyuntura de algún evento que suscite la atención pública nacional.

Todo esta retroalimentación de la política con el impacto mediático, si bien ocurre de manera similar en distintas latitudes, en Chile adquiere especial significación dado su carácter centralista, que sumado a este fenómeno, hace que los grandes electores encargados de relevar liderazgos, ya no sean ni siquiera los partidos políticos, sino que son los encuestólogos, encargados de definir la parrilla a consultar en cada jornada. Y como es previsible esto hace que se pierdan liderazgos políticos que no mantienen presencia pública en la capital, ya que generalmente se escoge sólo perfiles que figuran en los horarios prime. Una vez más los territorios y regiones, salvo manifestaciones de por medio, pasan piola y sus liderazgos aunque sean políticamente súper potentes, no llegan a calificar para que los conozcan o calibren quienes tienen a cargo el diseño de las encuestas.


Este país, donde hay que posicionarse para salir en las encuestas y aspirar a ser presidenciable, es el mismo país donde nadie de esta cantera mediático-metropolitana de líderes, fue capaz de anticipar  ni aquilatar siquiera el surgimiento del profundo malestar por los graves problemas de nuestra sociedad, como si lo han hecho los movimientos sociales. El país de la entelequia y la farándula política en lugar del trabajo metódico y de base territorial previo, que permite conocer las realidades y sus carencias.

La Prensa Austral de Punta Arenas
Austral de Temuco (15 abr 2012)
El Libertador de Rancagua (02 mar 2013)