Jugando con fuego
Sin duda el fuego es un
elemento que así como ayuda al hombre también le provoca grandes daños cuando
se torna incontrolable y más aun cuando este es usado como fuego destructor y
herramienta de lucha ideológica o para protestar frente a situaciones
conflictivas de la sociedad.
En los últimos días hemos
podido constatar como se han quemado miles de hectáreas del Parque Torres del
Paine y más de 25 mil hectáreas de bosques y una planta industrial de paneles,
en la región del Bío Bío, fuego iniciado en 8 focos de manera intencional y
simultanea, al igual como ha estado ocurriendo en otras áreas como Carahue, con
la lamentable pérdida de siete vidas humanas de brigadistas que combatían los
incendios. Pero también esta forma de atentar contra los recursos productivos,
ha estado afectando a algunos agricultores de La Araucanía que son atacados en
la oscuridad de la noche por violentistas que les queman galpones, sus casas,
tractores y maquinaria.
Una vez más, algunos de los
equivocados de siempre, escondidos y a mansalva, atacan con fuego asesino al
esfuerzo privado, buscando generar terror y ahuyentar a quienes invierten,
viven y trabajan en La Araucanía, dando empleo además, donde es más difícil, en
lo rural. De esta catástrofe, hay que sacar lecciones que permitan enfrentar a
futuro este tipo de brotes violentistas, que no representan ni siquiera el
sentir de quienes dicen defender. Es deber de la sociedad toda ejercer su
dominio, usando las distintas instituciones disponibles, de modo de poder
anticipar estos eventos con inteligencia y poder también prevenirlos, más aun
cuando a ojos vista existe una calendarización que se repite y que obedece a
estrategias y coordinaciones previsibles, que buscan generalmente provocar el
mayor impacto mediático. De otra forma, siempre se estará jugando el juego de
los que con la violencia buscan alcanzar sus objetivos políticos.
Las culpas también son
compartidas, donde el dejar hacer, la permisividad y las señales que van en
sentido contrario a un estado de derecho, con reglas del juego conocidas y que
se respetan, abundan en un Estado centralizado que por décadas no le ha
otorgado la importancia ni los recursos que ameritan, complejas realidades que
se presentan en regiones, como lo es el Sur y en especial la Frontera.
Somos un país forestal y
nadie mejor que nosotros debiera saber controlar los fuegos, incluso si son
provocados intencional y simultáneamente. La coordinación público privada, en
seguridad y prevención, debería fluir y ser eficiente en poder implementar las
medidas que permitan simular escenarios, anticipar medidas y medir su
efectividad, para mejorar los procesos permanentemente. De modo que el costo de
usar la violencia del fuego asesino, aprovechando las condiciones estivales de
la naturaleza, sea cada vez más alto para aquellos que aspiran a seguir usando
este tipo de herramientas. EEUU destina
al combate de incendios forestales del orden de 4 dólares/hectárea y en Chile
sólo se destina 0,75 US$/ha.
Al igual que con los
terremotos, los incendios forestales y los ataques derivados de eventuales
conflictos, seguirán ocurriendo en el futuro, por lo tanto la sociedad debe
prepararse y ser capaz de enfrentarlos de manera eficiente y minimizando los
riesgos. El no hacerlo, significa que varios estarían dejando de hacer su pega.
Austral de Temuco (08 ene 2012)
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