domingo, noviembre 27, 2011

Oportunidad sísmica

Que Chile es un país sísmico no es novedad para nadie en el país e incluso en el mundo, el último terremoto de Japón de 8,8 grados fue catalogado, por su magnitud y especiales características, en un terremoto tipo chileno. Nuestra indiosincracia y cultura nacional, están marcadas por los terremotos. Desde aprender a vivir con los desastres hasta el saber reaccionar y lograr posteriormente recuperarse, asumiendo sus victimas y destrozos, que casi siempre son de gran magnitud.

Frente a este tipo de fenómenos recurrentes en nuestra historia, no nos queda más que aprender a convivir con ellos minimizando los riesgos, más aun si se analizan la frecuencia de los enjambres sísmicos y replicas que se manifiestan por un período aproximado de dos años, después de ocurrido un gran terremoto. Los golpes y porrazos nos han enseñado a que tenemos que aprender, cada vez más a construir de manera más segura y lejos de las fallas geológicas y de los suelos de mala calidad, que son los que amplifican el impacto de las ondas sísmicas sobre las estructuras.

Hay ciudades que poseen suelos especialmente dotados para fundar ciudades y donde los efectos de los sismos son mucho menores que en otras con malos suelos de fundación. Temuco, como lo hemos mencionado en distintas columnas y presentaciones, posee un muy buen suelo, lo cual quedo demostrado en los últimos dos mayores terremotos registrados en el mundo. El de 1960, cuyo epicentro pese haber estado más cerca de la capital de La Araucanía, que de Valdivia y Concepción, produjo mucho menos daño que en estas otras dos ciudades sureñas. El 27F tampoco produjo daños de  significación en la ciudad al pie del Ñielol, como si los produjo en Concepción y otras ciudades de la zona centro sur.

Aprender a convivir con esta característica que depende del movimiento tectónico de las famosas dos placas, significa también aprender a verles el lado positivo, si es que pueden tener alguno. De hecho el poder sacarle partido vía desarrollo inmobiliario, es una ventaja comparativa aprovechando el aumento de la población, como ocurrió con las migraciones posteriores al terremoto del 60, que hicieron aumentar notoriamente el número de habitantes de Temuco, mucho más allá que Valdivia, por ejemplo.

Durante el terremoto del 60 ocurrió el famoso Riñihuazo, que consistió en que sendos diques de tierra, ocasionados por derrumbes de la montaña a las orillas del río San Pedro, lo embalsaron en tres lugares, los primeros dos a 2 y 12 kilómetros aguas abajo. Todo lo cual hizo subir peligrosamente el nivel del lago sobre los diez metros, algunos lugareños hablan de veinte y que incluso el río Enco, que desagua el Lago Panguipulli aguas arriba en el lago Riñihue, habría invertido su curso. Este gran desastre natural, implicaba un gran peligro para los pueblos en el trayecto fluvial hacia la costa y en especial para Valdivia, que podría haber desaparecido producto de la avalancha de agua y lodo que se hubiera producido. Si esto no ocurrió, fue en gran medida al esfuerzo de la ingeniería chilena, encabezada por Raúl Saéz, quien comandó el trabajo de las unidades militares y de cientos de trabajadores, junto con los 27 bulldozer, prácticamente todos los que había en el país. A pala, debido al barro, se construyeron los canales que permitieron liberar controladamente el agua evitando así la tragedia.


De esta titánica obra que permitió salvar muchas vidas, no hay un museo de sitio ni señalización que permita acceder al lugar, lo cual sin duda podría ser un gran sitio de interés turístico.

Austral de Temuco