Frustración y desconcierto
Hace algunas semanas el ex
presidente de Icare Hans Eben, en una presentación publicada por un matutino
dominical, da cuenta de la crisis que vive el planeta y, que también afecta a
nuestro país. Esta enfermedad según el, es sociológica y afecta a todos los
estamentos de la sociedad, donde el ritmo frenético de la vida cotidiana ya no
permite dialogar ni compartir. La calle se ha empoderado en desmedro de los
gobiernos y del Parlamento y los jóvenes con las redes sociales han adquirido
un protagonismo que nadie se imaginaba. La frustración según Eben, es la
enfermedad del siglo 21 que sufre el mundo y para enfrentarla, promueve a la
familia como salida. Si bien su análisis y diagnóstico es certero, a nuestro
juicio esto es como no dar cuenta del bosque estando uno metido en medio de los
árboles. No basta con denunciar y describir detalladamente los escenarios
catastróficos, siempre es bueno ir un poco más allá en la solucionática. Si
estamos donde estamos es porque no hemos alejado de la realidad y ya hace
tiempo que los que están a cargo del mundo, andan en la suya y no dan en el
blanco hace rato. El desconcierto es generalizado.
La mejor forma de combatir la
frustración es con motivación a la vena y para esto lo que realmente se necesita
es tener y promover causas nobles que le den sentido a las vidas, sobretodo de
los jóvenes, a nuestras organizaciones, territorios, comunidades y países.
Causas de real sentir que la frustración enfermiza de este siglo no ha
permitido que afloren, como por ejemplo hacer de Chile un país más justo en lo
territorial, social y económico. Todos sabemos que el gran y mayor desafío
nacional es poder lograr hacer del desarrollo una realidad a lo largo de todo
Chile y no solo en las grandes urbes, especialmente en la región metropolitana.
Aquí hay una gran oportunidad de poder pensar, diseñar y construir Chile con
todos, sin importar donde uno habite.
No podemos pasarnos toda la vida
lamentándonos o esperando que alguien mas nos arregle nuestros problemas, en
especial si las soluciones provienen como siempre de nuestra elite capitalina,
que ya no es capaz de proponer lo que el país necesita. Donde cada cual como lo
expresa Cristian Warnken, “parece estar actuando por cálculos mezquinos, muy
pocos son ya los que despiertan admiración, y nadie parece dar ni la vara ni el
ancho.” Solo tienen en consideración o cuidan lo que le es útil para sus
intereses, a lo mas proteger el humedal de Tunquén o las dunas de Reñaca y el
bosque de Zapallar, pero del país profundo ni idea.
Faltan líderes que propongan
sueños potentes, que motiven y convoquen a la búsqueda de respuestas, que ya no
están, como era antes en lo global o en el mundo. Donde uno mire, andan en las
mismas. Por lo tanto, hay que buscar más cerca, probablemente nos encontremos
con la sorpresa que están aquí, a media cuadra, a la vuelta de la esquina, en
la quebrada aledaña, todo en nuestro propio país, en sus pueblos y villorrios
aislados, solitarios, desconocidos y olvidados. Mirando la parte llena de este
vaso, semi vacio por la frustración y el desconcierto, es posible que haya
llegado el momento que hemos estado soñando y esperando, la hora de todos y no
más, la de sólo unos pocos “bien nacidos” y requete contra bien ubicados.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Centro de Talca (29 oct 2011)
Austral de Temuco (16 oct 2011)
El Centro de Talca (29 oct 2011)
Austral de Temuco (16 oct 2011)
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