¡Basta ya!
¡Basta ya!
En la semana que
termina, como región no pudimos estar más en la palestra, abrimos todos los
noticiarios y varios días, para variar, con nuestro tema característico, la
causa mapuche y algunas de sus distintas derivadas, este convocó a las audiencias
y nos dio alto rating en la agenda mediática nacional. Una huelga de hambre,
usada como caja de resonancia y aprovechada en lo comunicacional por cuatro
diputados que antes, no habían aparecido nunca por estos lados y, que integran
además, en su gran mayoría, la coalición que no pudo solucionar nuestros
problemas durante 20 años de gobierno. Todos sensibilizados por el deterioro de
la salud de los huelguistas, es decir de quienes han hecho uso de la violencia
imponiendo su visión sobre la causa mapuche. Prácticamente nadie ha escrito una
línea o gastado una palabra proponiendo cómo solucionar de manera concreta, la
postergación del pueblo mapuche, seguimos escuchando la misma cantinela hueca.
Asimismo y como
consecuencia de las violentas manifestaciones amparadas en la oscuridad y en
los rostros ocultos, se ha tenido que lamentar la muerte de una anciana
mapuche, que cuando iba camino a dializarse, el vehículo municipal que la
trasladaba chocó con un árbol derribado, por quienes dicen solidarizar con los
huelguistas.
Con estos dos
hechos queda en evidencia como nuestro tema principal, cuando no hay violencia
no atrae a nadie, pero cuando la hay, como cambia la cosa, ahí todos quieren
estar, pero solo por el ratito que dure la cuña televisiva. Cuando es hora de
hacer la pega, de solucionar los problemas de la gran mayoría que vive en la
pobreza rural, de escuchar y hacer participar a la región, no se oye padre. Y
lo peor, es que esto nos está costando muy caro, hemos tenido que lamentar
muertes totalmente innecesarias, hemos ahuyentado las inversiones y muy pocos
están dispuestos a liderar o hacerse cargo del tema, algo huele mal en
Dinamarca.
Este es un problema
mayor que solo se visibiliza, desde la capital, con la punta violentista del
iceberg, porque nunca se la ha dado atención a la gran base del témpano,
sumergida y prácticamente desaparecida de la agenda nacional.
Ya viene siendo
hora de que la región como un todo diga basta, y que nos dejen a La Araucanía y
su gente decidir sobre su futuro. Es necesario que la región se empodere y haga
cargo del tema. Bien puede un plebiscito regional ayudar a relevar un camino de
consenso para cumplir nuestros sueños de una Araucanía multicultural viviendo
en armonía.
Basta de usar a la
región y su pobreza estructural como tribuna o vitrina mediática, para subir
escalones de la fama. Menos gárgaras y figurones, y más soluciones.
Basta de ser un
laboratorio de experimentación e improvisación de políticas públicas mal
diseñadas a control remoto desde la capital, por quienes tienen escaso
conocimiento de la realidad regional. Políticas que nunca han dado el ancho, ni
han podido representar alguna solución pertinente para nuestros problemas.
Basta de dar
tribuna preferencial a las minorías violentistas, pasando a llevar a la gran
mayoría silenciosa del pueblo mapuche, para variar postergado y olvidado. Sobre
esto recientemente el ex Intendente Regional Eduardo Klein, en carta a un
matutino capitalino se preguntaba: ”porqué dirigentes valiosos, íntegros,
modernos, negociadores transparentes y leales permiten este protagonismo
ilegítimo de los huelguistas de hambre. Son cientos de comunidades que tienen
dirigentes elegidos por sus miembros quienes lamentablemente no se pronuncian y
dejan que sus legítimas aspiraciones sean usadas por jóvenes extremistas.”
Basta de omitirse y dejar los espacios, es hora de ocuparlos y asumir los
protagonismos que corresponda.
Como lo expresaba
esta semana la editorial de un diario santiaguino, “los actuales
acontecimientos pueden ser una oportunidad para entrar de lleno en un problema
que la sociedad chilena no ha conseguido solucionar en muchas décadas.”
Diego Benavente Millán
Diario Austral de Temuco
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