Diga 33
Diga 33
Quien no recuerda
haber oído esa típica expresión del doctor cuando auscultando con el
estetoscopio, deslizándolo por distintas partes de la espalda o el pecho, le
decía a uno “diga 33”. Lo cual, gracias a la sonoridad o el retumbe generado
por las muchas erres en los pulmones, hacía que el facultativo, entrenado para interpretarlo,
de inmediato supiera cómo estaba nuestra salud.
La reciente
historia de resistencia de los 33 mineros de Atacama en las entrañas de la
tierra, ratifica la pertinencia del término asociado al mismo número y que
sintetiza la pregunta que nos hacen, ¿como esta la salud?
Esto, puede
representar una gran oportunidad para pasar revista al estado de salud de
nuestros distintos procesos y no solo hacerlo, como puede ocurrir, sólo con lo
que ha ocurrido en la mina San José. De los errores y accidentes, hay que sacar
experiencia para que en lo posible, estos no vuelvan a ocurrir. Tampoco es
posible sacar provecho político o comunicacional del tema, aquí todos deben
ponerse a nivel país. En esto, si que amerita y se ratifica, el concepto de
unidad nacional. ¿Por qué no pensar entonces, en extender este espíritu
transversal de concordia a los grandes desafíos de país? Como son por ejemplo, el
concordar ya, una estrategia para tener cuanto antes una educación de calidad y
un cronograma paso a paso de la descentralización real que Chile requiere.
También es una
oportunidad para analizar y superar trancas que nos han marcado por décadas.
Como el tema de la privatización y/o la reingeniería de Codelco para poder
eficientarla. En una de esas, si Codelco hubiera sido privada, al ministro
Goldborne le habría costado más contar con ese gran equipo encabezado por
Sougarret para llevar a cabo el rescate
de los mineros. Por el contrario, esta coyuntura puede servir para que la misma
Codelco pueda ayudar a diseñar y transferir su experticia, a través de un
programa de desarrollo de proveedores de CORFO, para la pequeña y mediana
minería. Como país minero en la OCDE no nos podemos dar el lujo de mostrar otra
yayita así, para esto existe lo que se denomina RSE (Responsabilidad Social
Empresarial) y la solidaridad común y corriente.
Pero también
podemos ponernos más ambiciosos y pedirle a nuestra política, que ”diga 33”,
quien sabe el estado de animo nacional alcanza para hacer las reformas
necesarias y así la democracia pueda funcionar a todo nivel. Por ejemplo, con
primarias vinculantes y partidos regionales, que pongan en primer lugar al
ciudadano y no al revés como ocurre hoy, donde se han transformado en vulgares
maquinas de poder para eternizar familias y elite capitalina, en los cargos y
jerarquías de distinto orden.
Lo largo del
proceso de rescate puede servirnos para que estos aguerridos y esforzados
mineros de la San José, nos sigan dando lecciones desde la profundidad de la
tierra. Lo inaceptable sería que nosotros desde la comodidad y libertad del
vivir en la superficie, respirando todo el aire que queramos, no aprovechemos
lo que ese puñado de hombres nos están diciendo. Nunca más, debiera ser
posible, que se sacrifiquen importantes grados de seguridad humana en las
faenas, por estirar el margen de una rentabilidad perdida.
Ellos solitos, han
puesto en la agenda mediática mundial a la minería chilena, con esto han
logrado lo que la millonaria campaña del Consejo Minero ha estado tratando de
hacer por años. Como país le debemos a la minería un reconocimiento y atención
mayor, por décadas y décadas, nos hemos servido de sus impuestos y aportes,
pero es muy poco lo que a las regiones mineras el Estado les ha retribuido. Es
cosa de comparar, por ejemplo, la infraestructura de las universidades
estatales nortinas con las del Sur para apreciar el notorio desequilibrio. No
hemos sido capaces como Estado, ni siquiera de cautelar las condiciones de un
trabajo seguro a sus mineros. Tampoco podemos esperar que esto lo arregle un
Farkas, subiéndose al carro, con un monto de cinco millones por nuca. Es hora
de que Chile, pare, mire, escuche y cuide a su minería, no vaya a ser cosa que
se resfrie.
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