lunes, junio 07, 2010

Chile mundial

Chile mundial

El proceso dirigido por Harold Mayne-Nicholls como presidente de la ANFP y  Marcelo Bielsa, como DT de la selección de fútbol de Chile se ha caracterizado por una serie de cambios en los futbolistas y actores relacionados con esta actividad, superándose la improvisación y la farándula, que campeaban en procesos anteriores.

Da gusto ver la profesionalización y lo serio hoy en día de la actividad, que se ha constituido en una escalera de progreso socio-económico para muchos jóvenes de estratos marginales. Lo que no se ha conseguido con la educación, lo esta consiguiendo el fútbol. Todo esto gracias a una serie de valores que han ido adquiriendo todos los integrantes del plantel nacional. El poder de recuperación cuando van perdiendo o después de las derrotas, la entrega admirable jugando a full todo el partido. Ya a nadie se le escucha decir, por ejemplo, aquello del fenotipo inadecuado de nuestros jugadores para este tipo de competencias deportivas de alto rendimiento. Solo se necesito sistema y disciplina, sin camarillas ni apitutados, con un entrenador ordenado y reservado que con persistencia y coherencia, ha sabido entusiasmar no sólo a los jugadores, sino a todo el país. Hasta cuando se ha perdido, la mayoría si bien queda triste, también se queda conforme, por el esfuerzo desplegado.

Todos se sacrifican por igual, sin importar la posición, nadie se taima por quedar en la banca. Los que antes parecían no brillar, han aprovechado las oportunidades que les ha brindado un sistema justo, que premia a aquellos que conjugan el trabajo en equipo. Las individualidades tienen cabida en el conjunto, pero no marcan la diferencia como antes, las que funcionaban solo cuando se iluminaban y cuando no, nos pasaban la aplanadora. La disciplina y el sacrificio se sienten en el fair play y en las declaraciones de los noveles jugadores a la prensa, da gusto escucharlas por lo ponderadas y atinadas que son. El libreto es uno solo y todos se suman.

Sin embargo y ya enfrentados a la recta final del desarrollo del Mundial de Sudáfrica, han aflorado, de parte de alguna prensa y algunos comentaristas, viejas manías y desconfianzas en el proceso. Sobretodo de quienes se aferran excesivamente a las figuras goleadoras como el Chupete Suazo, que con su lesión ha preocupado mas de la cuenta, o a los fantasmas de experiencias pasadas de Bielsa con Argentina o si su saludo fue frío con el presidente. De esta forma, se olvida de un plumazo todo el trabajo que hay detrás del proceso y de la solidez de un Gran Equipo, así con mayúscula. La gran diferencia en esta eliminatoria ha sido, el que la apuesta no se basa en una o dos figuras, ni menos en tincadas y a cruzar los dedos para que la suerte nos acompañe. Muy por el contrario, el proceso de cambio ha sido el centro y este cambio llegó para quedarse en el fútbol nacional, siendo su primer producto esta selección de excelencia.

Una selección que por su sistema de juego, donde todos atacan y todos defienden, representa una “atracción táctica” según los entendidos, se la cataloga junto a España y Holanda como las que no están dentro de los equipos cautelosos, porque juegan con belleza y en el caso de Chile, en toda la cancha, como se deduce de las palabras de Rodrigo Kenton de la Comisión Técnica de la FIFA (Alemania 2006), “no es habitual ver una selección que maneje el balón tan lejos de su arco”.

El arrancharnos tan lejos de Chile, con nuestra selección en Nelspruit, la sede de nuestro grupo y con la marea roja chilenizando a una gran hinchada sudafricana, puede significar que nuestra selección se sienta jugando de local y así lograr un gran apoyo, que bien puede marcar la diferencia y conseguir que se logren grandes e históricos triunfos en Sudáfrica. Vamos Chile, a tocar el cielo.