martes, mayo 18, 2010

Idiosincrasia centralista

Idiosincrasia centralista

Hay hitos que remueven las estructuras y las inercias, recientemente hemos vivido dos muy potentes que, más encima, se han acoplado casi en resonancia. En primer lugar, un mega-terremoto con tsunami cuyo desastre abarcó a la costa y ciudades, en una extensión de más de 400 km. del país, en su parte más habitada. Lo que resulta, por el impacto de los sismos, ser tremendamente regresivo, ya que les pega mucho más fuerte a los que menos tienen. En segundo lugar, un mega-cambio de gobierno con una alternancia en el poder, que ocurre después de 20 años de una coalición, que es reemplazada por otra de signo totalmente distinto.

A lo anterior y como parte de nuestro inventario, cabe agregar el centralismo imperante en el país, que más que una imposición del centro sobre nosotros los habitantes de regiones, es una idiosincrasia centralista muy propia nuestra, grabada a fuego en nuestra forma de ser, habitantes provincianos muy obedientes de los referentes nacionales y capitalinos. Se nos ha educado así y seguimos educando a nuestros hijos, de la misma forma, incluso mandándolos a la capital.

Somos centralistas hasta la medula, le rendimos pleitesía a las estructuras capitalinas de todo orden y cuando construimos algo nuestro, nos cuesta creernos el cuento. Muy luego aparecen los críticos, o aquellos que se arrancan con los tarros y se la juegan por la libre, echando al tacho lo andado, con gran esfuerzo por el colectivo regional. Esta dinámica ha sido la misma durante toda la historia nacional, desde la relación con el virrey y las provincias de antaño, hasta las regiones de hoy. En todas partes se cuecen habas. Así es muy difícil y desgastante el poder construir.

El que no se tenga aún autoridades regionales elegidas, hace que en distintas oportunidades algunos se la jueguen por su cuenta, confiando en que su hebra que lo une a la trenza capitalina de autoridades correspondiente, sea de las más tirantes y por ende, la más resistente para tironear con fuerza y así conseguir lo que se anhela y añora. Con esto se destruye la confianza regional, que tanto cuesta construir en territorios tan disminuidos en sus oportunidades, decisiones y recursos. Se desvanecen los liderazgos regionales y el juego vuelve a ser, como siempre, de suma cero. Aquí por lo general el único que gana, es el centralismo y sus promotores. Con ellos, no hay que equivocarse, son pocos pero muy bien ubicados y aplican coordinada y transversalmente, la vieja y famosa doctrina del dividir para reinar.


Averiguar de donde nace esta admiración por lo central y capitalino, esta idiosincrasia centralista, puede ser útil para avanzar en su superación. Sin embargo, en esto lo importante es no perder de vista lo esencial, cual es el que la “unión hace la fuerza” y el resultado que obtienen sociedades que lo practican y respetan a lo largo de su historia, se traduce en capital social, confianza mutua y por ende, crecimiento y desarrollo. Esto, les permite entender que en todo, dependen unos de otros y que no sólo existe el progreso individual. Para avanzar en pos de aquello, se hace necesario, primero que nada, trabajar arduamente en poder superar las diferencias y desigualdades, creando las condiciones que lo permitan y segundo, mantener una sólida mancomunión de la sociedad regional, en pos de las metas y sueños que se propongan su gente, sus elites y sus líderes.

Austral de Temuco
La Prensa Austral de Punta Arenas (28 ene 2011)
El Centro de Talca (01 mar 2011)