Valpo, cero planificación
Hace catorce años años atrás en una columna, titulada
“Catastrofe.plop”, analizabamos la
“inusual crudeza” de los temporales que aquejaron en ese entonces a las
regiones del Sur, los cuales al igual que seis años después y ahora con el
megaincendio de Valparaiso, dejaron y siguen dejando en evidencia una serie de
debilidades respecto a la ubicación de determinada infraestructura, viviendas e
incluso muchas veces poblaciones inorgánicas y campamentos. Las cuales, como se
ha visto, surgen espontaneamente o se construyen irresponsablemente en antiguas
zonas de inundación por crecidas de ríos o quebradas, los cuales cada cierto
tiempo y conforme al clima y pluviometría vuelven a sus antiguos cauces e
inundan las mismas áreas que siempre han inundado cada 10, 20 o 30 años. En
Concepción hace ocho años atrás aproximadamente el agua inundó campus
universitarios, anegando bibliotecas, laboratorios, talleres y computadores,
por la osadía de estar ubicados en vegas,
como Puchacay, que hace menos de 30 años eran pantanos o cauces de esteros o
rios. También se llego al extremo de reducir peligrosamente el cauce del ría
Andalien construyendo viviendas e infraestructura por doquier en las áreas de
inundación históricas del río.
Sin duda y cada vez más “los eventos” son más intensos producto
entre otros del famoso cambio climático que por suerte, ya dejo de ser una
teoría de un científico ecologista loco, como se pensaba algunos años atrás y
se le está tomando más en serio. Pero esta imprevisión no pasa sólo con la
lluvia, también con los terremotos, los incendios de poblaciones en su
interacción con los incendios forestales y las erupciones volcanicas, en
general rara vez se aprovecha la experiencia de las catástrofes para corregir
nuestras conductas y aplicar medidas que eviten correr riesgos innecesarios.
Si
bien la primera responsabilidad corresponde a quien construye en lugares
sujetos a riesgos, una gran responsabilidad y no menor, recae en los municipios y servicios
encargados de regular estos aspectos, en particular en los profesionales que
avalan este tipo de construcciones. No se puede radicar un campamento, por
muchos votos que estén en juego, en un lugar que es inundado por crecidas de
río o tiene riesgos de verse afectado por cualquier tipo de catástrofe natural
o donde, por lo escarpado del terreno, se dificulta, por ejemplo el combate de
incendios y la provisión de los servicios básicos. Es hora de usar la
experiencia, identificando las distintas zonas afectadas a cualquier tipo de catástrofe
natural, no sólo en el plano regulador sino también mediante letreros visibles "in
situ" que lo anuncien y además
estipulen sanciones, para que quienes tengan la memoria frágil, no se atrevan a
ocuparlos. Lo anterior permitirá a los medios de comunicación denunciar
responsablemente este tipo de situaciones y no sólo buscar el impacto público
que provoca la desgracia humana.
Mas de alguien de Valparaiso, le debe una
explicación a su gente, en especial a los más necesitados que sufren con mayor
fuerza estos incendios y embates de la naturaleza. No es posible que
profesionales de distintas especialidades, no puedan planificar el como
enfrentar este tipo de situaciones, desarrollando modelos de simulación,
diseñando planes de contingencia o investigando con estudios, tesis y memorias
aterrizadas, que den respuesta a estos problemas de ciudad. Ya es hora de
empezar a identificar claramente a los responsables de lo que no se ha hecho o
se ha hecho mal, no se puede seguir construyendo ciudades de esta forma, más
aun cuando ni siquiera se sabe hacer bien la tarea más básica de los grupos
humanos, cual es, el construir un habitat seguro y ambientalmente agradable
donde poder vivir.
Diego José Benavente Millán
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (19 mar 2014)
Austral de Temuco (27 abr 2014)
El Libertador de Rancagua (19 mar 2014)
Austral de Temuco (27 abr 2014)
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