viernes, agosto 22, 2014

Juntos por la paz

Hace 5 años publicamos una columna con el mismo titulo, en un medio de La Araucanía. Como se ha avanzado muy poco en esto, y además este es un tema que, si bien afecta directamente a la región de La Frontera, también es un asunto nacional, un tema de Estado, el cual amerita reiterar este relato.

Hace 13 años expresabamos que “a nadie le gusta hacer negocios en un polvorín” y que “si no se presta la debida atención a la postergación histórica” del sector rural de La Araucanía y de los mapuche, “los que queman maquinas o incendian, imitando experiencias extranjeras, terminan imponiendo sus condiciones”.  Un año después, en esa oportunidad, cuando publicamos la columna, es decir hace 12 años, decíamos que era “la oportunidad para generar una gran mesa con los distintos sectores, gremios y actores involucrados en la temática mapuche a nivel regional y así consensuar una estrategia con la visión de la sociedad regional, para que el país la escuche”. Conclusión, no se ha hecho la pega, como región ni como país.

La ley indígena y algunos de sus mecanismos de protección se han vuelto en contra de quienes supuestamente protegen, la asignación de tierras es un problema de nunca acabar, donde el 70% de las comunidades que han recibido tierras se mantienen con conflictos y las decisiones que afectan a la región, las toman representantes del Estado en el Consejo de la Conadi, en su mayoría de Santiago.

Sin duda existe un déficit en la generación de confianzas y una debilidad en la participación, porque los verdaderos actores regionales: estan ausentes y la agenda pública mediatiza principalmente los hechos de violencia. La región y el país en gran medida, solo “reaccionan” cuando son interpelados por los violentistas.

De una vez por todas, hacíamos ver en ese entonces, que era necesario convocar a toda la Araucanía, mapuches y no mapuches, a construir un camino juntos por la paz. Esto permitiría, como una región unida, avanzar decididamente en pos de la superación definitiva de la pobreza regional, así como en el reconocimiento de una sociedad diversa basada en los valores de la multiculturalidad.

Decíamos también que era necesario establecer y consolidar una sola y potente voz como sociedad civil regional. Esto permitiría ejercer el legítimo derecho ciudadano de poder decidir sobre el futuro del territorio regional. Así sería factible poder exigir que el Estado nacional le entregara las atribuciones y recursos necesarios para que la Araucanía con sus instituciones, comunidad y autoridades, pueda consensuar e implementar soluciones, políticas y medidas regionales para superar la pobreza.


Hasta aquí rezaba la columna de hace cinco años. Hoy La Araucanía tiene la oportunidad de contar con el liderazgo de un intendente regional de origen mapuche, como lo es Francisco Huenchumilla, político de vasta experiencia en importantísimos roles de autoridad pública, quien además ha logrado posicionar y relevar el tema al más alto nivel nacional.  Por lo tanto, el desafío para el Estado es aprovechar esta coyuntura para incentivar y apoyar a La Araucanía en unir todas las fuerzas en pos de una salida al túnel de violencia que ha ido creciendo en el tiempo y que, bien puede llegar a amenazar con alterar la paz social en una parte importante del sur de Chile, sino se le pone atajo cuando corresponde.

La Prensa Austral de Punta Arenas
El Centro de Talca (29 ago 2014)