Estado piñufla
Se acaba de cumplir un año de
tristeza, el sacrificio de los Luchsinger-McKay consiguió remecer a la sociedad
sureña y logró que el país visibilizara crudamente la violencia en La
Araucanía. Un cuento que pareciera de nunca acabar, donde los violentistas no
se amilanan e incendian helicópteros protegidos por carabineros e irrumpen en
Temuco con ataques incendiarios, entre estos la casa de un destacado
agricultor. En su oportunidad el gobierno se preocupó, reunió a la bancada de
parlamentarios regionales, sesionaron los cuerpos de inteligencia de las
policías y de las distintas ramas de las fuerzas armadas. Sin embargo,
pareciera que estamos donde mismo. Lo que más llama la atención, después de
tantos años sometidos a los ataques incendiarios en la región, son los
desaciertos que se traslucen del actuar policial, judicial y de las autoridades
nacionales y regionales, con juicios e investigaciones que se dilatan y alargan
en el tiempo, sin tener resultados.
Un año atrás decíamos que era
necesario “darle a la comunidad regional una explicación rápida de quienes eran
los culpables, así como desnudar a los ideólogos que ensucian la causa mapuche
con esta violencia insana, no hacerlo de manera expedita dañará
irremediablemente a nuestra sociedad regional.” No nos cabe duda, que si alguno
de estos atentados hubiera ocurrido en Las Condes o Vitacura, de seguro que el
juicio ya habría concluido y los culpables estarían purgando sus penas. Tal
como reza el dicho, la justicia no solo debe ser justa sino además oportuna, en
La Araucanía, no ha sido justa, ni menos oportuna.
La crónica de una serie de
atentados anunciados, que se han venido repitiendo, durante los últimos años,
en esta época estival, y las declaraciones en la prensa, son un crudo reflejo
del estado de la situación. Explicaciones reiteradas como “el ataque se produjo
una vez que los efectivos se retiraron del lugar o en el cambio de turno”, son
una prueba palpable del desamparo a que están sometidas las familias que viven
en los campos sureños. Como gran acierto la prensa da cuenta de que podría
tratarse de una campaña de ataques a blancos selectivos. Se anuncia la llegada
de más efectivos, pero si se sigue haciendo más de lo mismo, los resultados
serán siempre los mismos. En este aspecto, en La Araucanía pareciera no imperar
el estado de derecho, lo que hay es apenas un Estado piñufla.
Hace 13
años escribíamos, “cuando
se presta atención a quien grita, golpea y atrae a las cámaras, para dar la
idea de conflicto generalizado, amparado en la postergación histórica de los
mapuche, los que queman maquinas o incendian, imitando experiencias
extranjeras, terminan imponiendo sus condiciones.” Lo más llamativo, es que las
diversas encuestas realizadas al mundo mapuche indican un rechazo mayoritario a
la violencia, en la última realizada recientemente por la Fundación Aitué en
las regiones sureñas, un 74% no considera legitimas la acciones de violencia.
Las
elites nacionales deben asumir con sinceridad lo que no se ha hecho por décadas
y décadas. Y de paso escuchar y empoderar a los que saben y viven esta
problemática en la misma región, para que se puedan transformar en instrumentos
efectivos de solución de sus problemas. Por ejemplo, con un intendente elegido
y legitimado por la ciudadanía regional, al menos sería posible anticipar y
exigir soluciones, coordinar inteligencia y tener el peso democrático
suficiente, para convencer a las autoridades centrales de la urgencia de
adoptar determinadas políticas y programas.
La Prensa Austral de Punta Arenas
El Libertador de Rancagua (04 ene 2014)
Austral de Temuco (05 ene 2014)
El Libertador de Rancagua (04 ene 2014)
Austral de Temuco (05 ene 2014)
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