sábado, octubre 12, 2013

Allende y el once

La reciente frase de Enrique Correa, en una entrevista con  motivo de los 25 años del triunfo del NO expresando que, "lo que el plebiscito hizo no fue resolver todos los problemas del país, sino llevarlo de las sombras a la luz, … pasar de la noche al día." Agregando después, "...avanzaríamos mucho si todos dijeran que lo peor que le puede pasar a un país es un Golpe de Estado y que nunca, ningún chileno lo alentará, si es civil, o lo ejecutará, sí es militar."

Sin duda tiene mucha razón, pero lo que olvida decir Correa, es que ningún chileno también debiera prometer que nunca más provocará la condiciones de destrucción de la democracia y exacerbación de los odios entre chilenos, haciendo uso de la violencia hasta el límite de inducir a que muchos acudieran a las FFAA como un último recurso de salvación frente al desorden, anarquía y caos gubernamental y político imperante en el país.

Con Allende la ideología se sobrepuso o impuso a la economía y, el caos económico no tardo en llegar, no existían ni los cuadros técnicos ni la convicción de los líderes de aquel entonces sobre la importancia de hacer confluir la democracia con el crecimiento.

Pinochet no se explica de no haber ocurrido el desastroso gobierno y debacle. socioeconómica a que llevo al país Allende, pero esto no justifica ni menos explica los horrores en que incurrieron algunos desalmados escudados en el uniforme militar, imponiéndole al restó una carga negativa que pesa hasta el día de hoy a nuestra sociedad.

Como lo expresara Héctor Soto resumiendo el discurso del presidente Piñera, "...tenemos que entender las razones que precipitaron el derrumbe de la democracia chilena y que obligaron a los militares a tomar el poder, pero no tenemos porqué aceptar las violaciones de los derechos humanos que vinieron después.”

Entonces se hablaba de Allende en sordina, dice Jorge Arrate en reciente entrevista, el suicidio de este ex presidente en la gesta del 11 de septiembre, hizo renacer o reverdecer las ideas de Allende, pero sobre la poca o mala práctica y gestión atroz al tratar de implementarlas nadie habla. En política existen siempre dos planos, el de las ideas y del discurso, pero también el de la praxis y capacidad de implementación de estas en la realidad concreta. En cuanto a las primeras, la poesía pudo haber sido encantadora, pero a nivel de la segunda, no menos que desastrosa y más encima, nos llevo al quiebre fatídico de la democracia y a la toma del poder por parte de los militares.


Las cosas por su nombre y el nombre de los que hacen las cosas, siempre es de gran ayuda para iluminar los recuerdos históricos. Hoy es más fácil o mejor visto defender o ensalzar a Allende, quien por haber sido derrocado por un golpe militar y su posterior suicidio, ha visto como su recuerdo histórico se blanquea o diluye minimizando el desastroso gobierno y caos que imperó en Chile durante parte importante de su mandato, para muchos la causa basal del desenlace fatal del 11 de septiembre del 73. Incluso, sí uno se remonta a lo que se vivía en aquel entonces, sobretodo para quienes lo experimentaron directamente, nadie daba un peso por el futuro de aquel gobierno, donde ni siquiera sus partidarios se ponían de acuerdo en como sacarlo del pantano. La ausencia de un liderazgo nítido y claro, así como la falta de una capacidad de gestión gubernamental eficiente, de parte quien encabezaba el gobierno, sin duda fue uno de los factores que en alguna medida contribuyó a la debacle, junto con la creciente descomposición del animus societatis al que fueron aportando los distintos partidos y líderes políticos del país.

El Libertador de Rancagua
El Centro de Talca (25 oct 2013)