sábado, septiembre 14, 2013

Golpe a golpe

Estas últimas semanas han sido de muchos recuerdos a todo nivel, imágenes agolpándose en las parrillas programáticas y también en los recuerdos de cada cual, en especial de aquellos que vivieron aquella época. Golpe a golpe y verso a verso, tal como lo cantaba Serrat, en ese recital en el teatro Astor, repetido ad eternum por TVN en blanco y negro. Aun hoy en día, 40 años después, cada lote sigue teniendo su verso y su historia, conforme a su experiencia vivida en aquel entonces, unos mas diluidos que otros. Pero claramente los trazos iniciales aún, cual arrugas o cicatrices, marcan las vidas y descendencias de cada cual. De que nos extrañamos, si todavía algunos sin siquiera haberlo vivido, son carreristas u ohigginistas, o también balmacedistas, las encrucijadas históricas mientras mas cruentas nos marcan a fuego, así somos los chilenos.

Para muchos, como es el caso del historiador Cristián Gazmuri, se hace necesario distinguir entre el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la dictadura posterior, donde ésta es mucho más recordada que el golpe. Según él, “cerca de un 60% de los chilenos lo apoyaron, aunque muchos sin gran entusiasmo.” Para Gazmuri, “el gobierno de la UP estaba agotado, …la anarquía social y política, el desgobierno y el caos administrativo, no daban para más.” Esto hace, según el historiador, que no sorprenda que “la mayoría del país recibiera con banderas chilenas la acción militar. La mayor parte de la población estaba agotada por la anarquía y la incertidumbre.” Pero a renglón seguido constata que, “los años de violación de los derechos humanos, de autoritarismo seco y cruel, provocaron un resentimiento en una nación acostumbrada a la libertad; eso es lo que cuesta perdonar.” He aquí el profundo desencuentro experimentado a partir de aquella época, que ha marcado a generación tras generación.

En una descripción en el ámbito de la política, como lo expresa Ascanio Cavallo, “el examen conjunto de las causas (que fue la predilección de la derecha) y las consecuencias (que fue exclusividad de la izquierda) empieza a ser el estándar de la historia.”
 
El presidente Piñera por su parte, ha dicho claramente que el quiebre institucional de 1973 tiene raíces históricas, pero también ha sido enfático en plantear que ello no explica lo sucedido en materia de derechos humanos. “Una cosa es entender por qué se llegó al Golpe y otra es justificar lo que sucedió después”. El empate claramente no tiene cabida ni sustento, pero el desencuentro sigue existiendo.

La DC no estuvo detrás del golpe ni lo apoyo, afirmó Andrés Zaldivar, esto refleja en gran medida lo que paso en el país, la gran mayoría apoyando el pronunciamiento militar y los trece por otro lado en contra, ahí estuvo parte de la frontera del desencuentro, que como lo explica Cristián Warnken, se dio incluso al interior de muchas familias, describiéndolo así con sus padres “maravillosas personas ambas: mi padre ‘momio’ y mi madre ’upelienta´”.

 
Al ser un año electoral este aniversario cuarenta del golpe, hace que se extremen aún mas las situaciones, ni el 93 ni el 2003, para los 20 y 30 años respectivamente, donde el recuerdo debió estar más fresco, se experimentó con tal grado de efervescencia. Legítimamente alguien se podría preguntar, ¿hasta donde llega el perdón o su efecto electoral? hasta cuando perdonaron los balmacedistas, si es que perdonaron.

El Libertador de Rancagua
El Centro de Talca (27 sep 2013)