Dos mundos
Al
observar la realidad del país, puede concluirse que hay dos mundos distintos;
uno, el de la macropolítica mediática, que tiene su origen y centro en la
capital; allí se concentra el poder y se detonan los grandes conflictos, como
lo hemos podido apreciar con los distintos acontecimientos que se han
desarrollado en esta especial campaña electoral. Mucho poder acumulado en pocos
metros cuadrados de la capital, hacen que el canibalismo político se de con tal
truculencia, no solo entre rivales, sino también entre aliados y compañeros de
partido, en especial al interior de las listas, provocado sin querer queriendo
por el cruel binominal.
En
cambio, en regiones, pese a los que se esfuerzan por imitar las mañas políticas
centralistas, existe otro mundo, aquel que da cuenta de una vida sencilla sin
mayores aspavientos comunicacionales y donde las relaciones entre los distintos
actores, incluso entre los políticos, se dan en un clima de especial
fraternidad. Pero el grave problema del país es que quienes llevan el pandero o
articulan la agenda pública, son precisamente aquellos que están en el primer
mundo, los que se sobrexponen y reaccionan como pueden frente a la presión de
los medios.
No
hay que ser gran adivino para saber, que la cosa, tal como está, no esta
resultando bien y lo mas probable es que a futuro nos lleve, si seguimos así, a
situaciones cada vez peores. Es necesario, que los mas descontaminados puedan
asumir el control de las situaciones y con su cabeza más fría, que la de otros,
puedan encauzar nuestra política por caminos de encuentro y no de permanente
conflicto.
Ya
viene siendo hora que los políticos de regiones se crean el cuento de que son
capaces y en lugar de sumarse al estilo capitalino de la lucha por el poder,
con su “experiencia provinciana” de convivencia sana, asuman roles protagónicos
cada vez mayores en los distintos partidos y escenarios nacionales. La elección
democrática de los consejeros regionales, por primera vez en la historia
nacional, sin duda se presta para aquello.
Las
regiones y su gente, en distintas áreas y sectores, son la reserva moral del
país y por ende tienen la responsabilidad de asumir la gran tarea de generar
las condiciones que permitan a Chile tomar la senda del desarrollo armónico y
equitativo que todos sus habitantes se merecen.
Sin embargo, hay que
tener cuidado con aquellos politicos de regiones que no estan a la altura de lo
que las regiones necesitan. Por ejemplo, las declaraciones hechas hace poco en
la sección reportajes de un diario regional por el senador y presidente del PPD
Jaime Quintana, quien calificó como “un disparate” la inversión que se debería
realizar para contar con un tren de alta velocidad para unir en menor tiempo
las distancias entre Santiago y Puerto Montt.
No es posible que un parlamentario de regiones, por muy encumbrado que esté, vuele tan bajo, aspire a tan poco y catalogue de disparate una inversión que integre a 6 regiones a través de un medio de transporte moderno, mientras en que la capital ya se han gastado casi 11 mil millones de dólares sólo en el Metro y el Transantiago. Es una pena que el senador piense así, ya que es de mínima justicia el poder compensar a las regiones con los recursos de magnitud que requieren, dadas las falencias provocadas por la acumulación centralista de inversiones, ocurrida tras largas décadas. No puede ser que todo sea para los capitalinos, en desmedro de la gente de regiones. Basta ya.
El Libertador de Rancagua
El Centro de Talca (08 oct 2013)
El Centro de Talca (08 oct 2013)
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