Sampaoli&Bielsa
El proceso
experimentado en sus distintas etapas por la selección de fútbol chilena es
interesante debido varios aspectos y a la participación clave de dos
entrenadores, como lo son Bielsa y Sampaoli. El primero logró cambios que se
pueden apreciar en los futbolistas, entrenadores, dirigentes y en su impacto en
la comunidad toda, especialmente al compararlo con los procesos anteriores,
donde la improvisación y la farándula campeaban. Estos cambios fueron retomados
con fuerza por el segundo, luego de un pequeño intervalo en que el desorden
provocó un gran susto a toda la hinchada nacional.
Es de gran utilidad
poder analizar como se han ido instalando una serie de valores y competencias
en los distintos integrantes del plantel nacional, las cuales antes brillaban
por su ausencia o no se les otorgaba la relevancia que deben tener en procesos
de este tipo. Uno queda asombrado al ver la gran capacidad de recuperación que
han demostrado después de las derrotas o al dar vuelta resultados adversos, todo
lo cual va en directa sintonía con una entrega a todo dar, donde se corre a un
gran ritmo a lo largo de todo el partido. Atrás quedaron las explicaciones en
cuanto a que nuestros jugadores no daban el ancho para este tipo de
performance. Solo se necesito de dos entrenadores ordenados, reservados y
disciplinados que han sabido motivar y encauzar al grupo en pos de metas
claras.
No hay figuras ni
privilegiados, muy por el contrario todos son obreros y se esfuerzan por igual
con una entrega digna de admiración, subiendo y bajando sin importar la
posición que puedan tener. Aún más, el repetitivo surgimiento de aquellos que
antes parecían postergados o no brillaban, le otorga al proceso una
singularidad democrática de gran valor, al generar un espacio de oportunidades
para todos aquellos que se esfuerzan en pos del trabajo en equipo. El nosotros
se conjuga con fluidez y es siempre más importante que cualquier individualidad
por muy sobresaliente que esta sea.
Se aprecia
gratamente una férrea disciplina dentro y fuera de la cancha, el fair play
impera y a la hora de hablar solo se escuchan frases sencillas, maduras y
moderadas. Un discurso único que busca construir y el cual todos practican
disciplinadamente. Entre todos se puede y es más entretenido, pareciera ser el
lema.
Ambos
tienen mucho en común, que bien cabría tener en cuenta al momento de buscar
seleccionador o entrenador para cualquier equipo. No ventilan las intimidades
del camarín ni caen en la farándula deportiva. Son 100% profesionales y trabajólicos
como ellos solos, respiran fútbol las 24 horas como argentinos que son, siendo
esta su raíz común.
Defienden
y protegen a sus jugadores y regulan la disciplina con un estricto código de
interacción, siempre destacan lo positivo y no se detienen mucho en la críticas
individuales, manejan la motivación al extremo, son ganadores y fomentadores
del fútbol de ataque. Para ellos, no hay mejor defensa que un buen ataque o
dicho de otra forma, cuando uno tiene la pelota no la tiene el rival.
Exigentes
a decir basta y en esto, predican con el ejemplo, incluso sacrificando su vida
familiar y personal, con una dedicación fanática al fútbol como profesión o
sentido de vida.
La
prensa en su terreno y en los momentos que ellos deciden y acotada a los temas
y códigos de ellos, nadie los saca de ahí y si esto llegara a ocurrir, aprenden
muy rápido, para luego implementar un mejoramiento en el proceso, de modo de
impedir en el futuro un exceso similar. Les gusta conocer todas las variables y
tenerlas manejadas, ojala nada les quede al azar, sistematizar y entrenar hasta
que las cosas salgan casi mecanizadamente. Un ejemplo concreto, lo son las
jugadas de camarín que muchas veces les han dado resultado. Larga vida a este
estilo responsable, motivador y eficiente en la obtención de resultados, con
los mismos de siempre, pero guiados por los que saben hacerlo.
El Libertador de Rancagua
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