Chimuchina
Se acabaron las candidaturas de laboratorio de impacto mediático,
de ahora en adelante todas en su gran mayoría provendrán de la escalera del
trabajo de base y dirigencial que sirve para dejar en el camino a los menos
preparados y premiar a aquellos que están más curtidos para el trabajo
político.
Vivan las primarias, decíamos ayer, pero hoy después del desaire a
la democracia por parte de los partidos políticos, salvo RN con sus honrosas
primarias en diez distritos, el resto se corrieron por la tangente y
olímpicamente. Muera el roto Quezada decía Pepo y ahora también mueran los
maquineros, que triunfaron porque aún mantienen la manija y hacen ostentación
de aquello. Ya es hora de que se jubilen y dejen el espacio a las generaciones
más jóvenes.
Sin lugar a dudas, Bachelet va a ir perdiendo aceptación, por el
déficit democrático de los partidos que la apoyan y porque al frente, más
encima, tendrá a dos grandes políticos que buscarán jugar al más alto nivel
aspirando a expandir y encantar al mayor universo electoral y de paso,
ofreciendo poder continuar un gobierno exitoso en sus indicadores económicos y
de empleo.
El entusiasmo por las primarias duro menos que un candy o la
lombriz en el pico del pavo, los viejos mangoneros volvieron a lo suyo, ellos
piensan que la hacen mejor que la gente votando, el fin justifica los medios y
omisiones, con tal de asegurar el futuro de sus partidos y coaliciones. El
viejo truco del que se las sabe todas y cree hacerlo mejor que la voluntad del
pueblo expresándose por votación democrática.
Como dice Ascanio Cavallo, para algunos políticos hoy a cargo de
los partidos, "la identidad ha llegado a ser menos importante que la
popularidad". El cambio de tendencia se comienza a asomar con la pasada de
cuenta al candidato que, no lograba despegar por más que sonreía, según lo
describe Ernesto Ottone.
La chimuchina política, a la que nos tienen acostumbrados los
políticos, ya está guateando, los movimientos sociales lo evidenciaron y
dejaron piluchos a muchos y hace rato. El poder ha cambiado de forma, como lo
expresa Martín Rodríguez, antes se articulaba en una rígida y jerárquica
pirámide, con rostros ampliamente reconocibles. En cambio hoy, se ensambla en
una creativa y dinámica red con rostros desconocidos y cambiantes. Y ante ello
la elite no ha sabido adaptarse. Sigue mirando desde las alturas y no encuentra
salida. Se les está acabando el cuarto de hora y la chimuchina hueca ya no
convence a nadie.
Una vez más el BancoEstado está en la picota pública, ya que al igual
que la banca privada y el retail se sumó entusiastamente a las cláusulas
abusivas y canuló a sus clientes a diestra y siniestra. Gracias Corte Suprema
por la sanción recibida. No sólo este descriterio, por llamarlo suave, cometió
este banco de todos los chilenos, eso si de unos mas que de otros. Ya que el
2000 le dio un tremendo préstamo de 120 palos verdes a Quiñenco, la matriz del
grupo Luksic, para que pudiera comprar el 51% del Banco Chile, cuando Jaime
Estevez era el presidente y el 2007 este mismo personaje, asumió como director
del susodicho banco. El Banco del Estado, muy por el contrario, debiera cumplir
una función diferente y por ejemplo, entregar el servicio bancario en aquellas
comunas o localidades donde el mercado aún no ha sido capaz de hacerlo, como lo
es Capitán Pastene por ejemplo, que no tiene ni siquiera un bancomático. Es
tarea ineludible del Estado, proveer servicios básicos cuando el mercado no es
capaz de hacerlo.
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