Ser o parecer
La identidad
política y el como esta se visibiliza en el accionar del día a día, ya sea por
parte del gobierno como de la oposición, ha estado muy presente desde hace un
año, y ahora especialmente en las reyertas frente a una fecha tan importante
como es el 21 de mayo, día de la cuenta republicana, cuando el presidente
informa a la nación.
Sin duda, muchas de
las políticas que ha impulsado el gobierno en este primer año, bien pudieran
corresponder a tareas que debió haber asumido la Concertación en sus veinte
años de gobierno. Lo cual no agrada a nadie si se lo recuerdan muy seguido,
sobretodo cuando se está en la oposición. Donde los espacios y tribunas
público-mediáticas, disponibles para poder marcar y comunicar posiciones, son
ostensiblemente menores a las que se dispone cuando se es gobierno. Si bien se
echa de menos el poder y gobernar, más se echa de menos la atención mediática
en la agenda propia.
Cuando se produce
la alternancia en el poder como un resultado del juego democrático, la
tendencia natural de quienes acceden al gobierno, de querer diferenciarse, en
lugar de parecerse a la coalición que les antecedió, se diluye y confunde en la
medida que la estabilidad económica e institucional así lo aconseja. Mientras
no ocurran grandes crisis la situación se mantendrá así y para muchos, esto
será uno de los beneficios del desarrollo socioeconómico.
Este escenario, no
es exclusivo de Chile, sin ir más lejos, basta mirar al norte y ver como en
nuestro vecino país del Perú, ambas posiciones y programas políticos de Keiko y
Humala, se aproximan en el fragor de las encuestas, hacia el centro y en su
competencia por dar, cada vez más, señales de asegurar la estabilidad. Da la
impresión, visto desde afuera, que no importa ni siquiera el orígen tan diverso
de las candidaturas, las diferencias entre lo que podrían ser sus gobiernos, no
serán significativas. Incluso pensando en que, en algún momento del fragor de
la primera vuelta, el tener que optar entre uno y otro, fue catalogado por un
destacado escritor y excandidato presidencial, como el tener que optar entre el
Cáncer y el Sida. Lo más probable, es que el que gane va a continuar con la
posta que iniciaron Toledo y Alan García, primando el mantener la estabilidad
institucional y económica, que les ha asegurado el sostenido crecimiento que
han venido experimentando con singular éxito.
En nuestro país, en
este tema el gobierno no la ha tenido fácil, debiendo actuar bajo el fuego
cruzado de la oposición, que echa de menos la exposición pública de palacio y
que aun busca dar con su perfil y, el de sus partidarios, a quienes les causa
cierta desazón, no sólo los autogoles por la inexperiencia, sino también la
ausencia del tan manido relato. Algo épico, que les haga sentido a los suyos o
marque la diferencia en lugar de seguir, como dicen algunos, haciendo más de lo
mismo.
En palabras del ex
ministro de Hacienda Hernán Büchi, es un error estratégico decir, “mira yo soy
igual a lo que venía“, según él “no hemos sido capaces de cambiar el escenario…
y este gobierno aún no ha marcado la
diferencia”, agregando finalmente que, “no se va a construir mayoría política
pareciéndote a tu adversario”. Por su parte Enrique Barros el saliente
presidente del Colegio de Abogados, lo describe así: “la gente en política se
mueve con ideas, percepciones, orientaciones y un gobierno como éste – después
de tantos años de la Concertación, que derivaron en una dirección
extremadamente asistencialista, y con problemas de gestión y despilfarro –
tiene el deber de producir esta inflexión”.
A la derecha
política, ya sea por el pasado o por algún otro motivo, le cuesta salir a la
palestra y promover abierta y decididamente sus ideas, si quisiéramos describir
esta curiosa encrucijada por la cual atraviesa, la podríamos definir así: ser o parecer, esa es la cuestión.
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