TV or not TV
Hoy en día el tema del comunicar
es clave y en esto, tanto la conectividad en todo lugar, como la televisión con
su desafío de digitalización, representan grandes oportunidades en la medida
que como país, esto se mira con visión amplia e incluyendo a los territorios,
que en muchas partidas, han sido pasados por el aro o pasan piola frente a la
modernidad que, siempre adorna a la capital de manera innovadora y con gran
facilidad.
En esto, no hay para que inventar
la pólvora, basta mirar lo que están haciendo otros países, como Australia por
ejemplo, que ya tiene un ministro de la Banda Ancha, quien visitó recientemente
nuestro país en el marco de la conferencia internacional denominada “Infraestructura
de Conectividad Avanzada para una Economía Digital”. Para ellos, “el acceso
equitativo y universal a redes de banda ancha es clave para la entrega en línea
de bienes y servicios públicos, el fortalecimiento de la cohesión social y la
promoción de la diversidad cultural”, temas que por lo demás nos vendrían como
anillo al dedo en Chile y en especial en nuestra Araucanía rural, donde la
democracia y los servicios llegan generalmente hasta donde se acaba el
pavimento, si es que.
A medida que se entregan más
servicios vía Internet y las nuevas herramientas de comunicación en línea se
hacen cada vez más populares, es importantísimo que todos y en todo lugar,
puedan tener acceso a la infraestructura de banda ancha para acceder a
información en línea, redes y servicios, especialmente para la educación. Así
la democracia se hace carne para todos los ciudadanos, sin importar donde se
viva. Dada la relevancia del acceso a banda ancha competitiva, de alta
velocidad, es imperioso, al menos desarrollar una respuesta de política que sea
la que mejor se adapte a nuestras propias necesidades. Esta, sin duda también
se debe complementar y potenciar con la futura disponibilidad de televisión
digital, cuya ley está actualmente en discusión en el Congreso.
La importancia de esta ley de TV
digital, es que no sólo permitirá que podamos tener alta definición, sino
además que puedan surgir nuevos canales regionales, locales y comunitarios.
Asimismo se espera que regule un mayor número de horas de contenido cultural y
campañas de bien público, todo lo cual le llora a nuestra farandulera
programación.
Aquí se esta en presencia de una especial
contienda, donde los canales de TV abierta aspiran a que las empresas de TV por
cable les paguen US$22 millones al año por retransmitir sus señales en sus
parrillas o el equivalente a US$ 1 mensual por cada abonado y, esperan incluir
un articulo que se los permita. Si bien la Cámara ya rechazó la obligación para
los cable-operadores de tener el consentimiento de los canales de TV abierta
para poder emitir sus contenidos, ya fuera con un pago de por medio o con una
simple autorización, ellos esperan reponerlo en la discusión en el Senado.
El fundamento de la Anatel, la
asociación de los canales de TV abierta, se basa en que más de un 50% del total
del consumo de TV que hacen los abonados del cable, es para ver programación de
señales abiertas. Ellos además buscan que no solo paguen los cable-operadores,
también quieren “que se respeten los actuales plazos de las concesiones que rigen
este mercado”. Concesiones que el Estado de Chile ha concedido a titulo
gratuito desde un principio, cuando se fundó la TV con las universidades, sin
pedir por ejemplo, algún arraigo territorial o porcentaje de programación que considere
a las regiones y sus particularidades, como se hace en países descentralizados.
Donde no se le impone a todo un país, una sola cultura nacional de origen
central y de dudosa calidad, como sucede en Chile.
Lo que se viene por delante, es
que tanto los canales de TV abierta (Anatel) como los cable-operadores tratarán
de influir desplegando cada uno su lobby. De seguro a las regiones y sus
comunidades, una vez más, ni el Chapulin Colorado podrá defenderlas.
Austral de Temuco
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