martes, abril 26, 2005

El compra huevos

Un mes atras, la Comisión de Constitución de la Cámara de Diputados acordó, eliminar de la Constitución la exigencia que se impone a los parlamentarios de tener a lo menos dos años de residencia en la región por la cual postulan. Todo esto, para que algunos puedan seguir jugando al “compra huevos“ y así poder desplazarse libremente siendo candidatos afuerinos por cualquier circunscripción o distrito del país donde ni siquiera se les pasa por la cabeza venirse a vivir con su familia.

Para esta elección parlamentaria que se viene encima, las aspiraciones senatoriales ya muestran a los afuerinos Frei y Escalona sacando a relucir sus curriculum asociados a la región de Los Lagos. Más al norte Bombal ya se siente un ciudadano de la región del Bío Bío y en Magallanes la diputada Allende ya se acomodó al frío y a los pingüinos.

En EEUU este tipo de político, es muy mal visto, se les denomina los Carpet-Baggers, candidatos que después de la guerra civil, llegaban al destruido sur como candidatos afuerinos provenientes de la capital del norte portando sus pertenencias en maletas hechas de tela similar a las alfombras, de ahí su nombre. En su incursión en territorios ajenos, muchos engatusaban con su verborrea a algunos sureños contrarios a la causa, con el objetivo de obtener ganancias aprovechando el caos y la reconstrucción.

En Chile, nunca existirá equidad si sigue imperando el compra huevos para rotar a los mismos de siempre en los cargos de representación popular, que en su gran mayoría provienen de la cantera metropolitana.

En lugar de tipificar del delito de aparentar residencia, para así evitar que se siga burlando la ley por parte de tantos parlamentarios que han llegado a sus cargos ostentando vinculaciones alambicadas e irreales con los territorios, buscan eliminar la indicación que les molesta. Si se respetará la ley por parte de aquellos que legislan y se permitiera a los territorios elegir a su gente, podríamos algun día construir un país más justo y equitativo.

Diego J. Benavente Millán