martes, septiembre 28, 2004

Igual que ayer

En una entrevista de un medio regional al diputado PPD Víctor Barrueto y al senador socialista José Antonio Viera-Gallo, el primero, admitió que en la elite política, de todos los colores, no hay convicción real sobre lo importante que es para el país llevar a fondo el proceso de descentralización, y anunció su compromiso para convencer al próximo Presidente de la República que una de las tres tareas más importantes es ésta. Por su parte, el senador Viera Gallo cree que “este tema tiene que ser debate en la próxima campaña presidencial".

¿No estaremos persiguiendonos la cola como los perros? ¿Acaso Frei y Lagos no estaban convencidos?, Basta recordar que Frei en la Cumbre de las Regiones de octubre del 98 se comprometió ante el país, a enviar la ley para elegir a los Cores y no lo hizo. Lagos por su parte contemplaba hasta elegir al presidente del Consejo en su programa presidencial, al igual que Lavín, y que se tiene hoy, el que como dice Barrueto "estemos trancados, definitivamente". De que sirve entonces, que un “regionalista” sea presidente de un partido político importante o que parlamentarios de regiones presidan la Cámara de Diputados o se tenga senadores regionales de peso en los partidos, sino se puede avanzar en materia de descentralización política. ¿Acaso hace falta una revolución?

Viera-Gallo destaca el que “los intendentes en la práctica operan como portavoces de su región”. Sin embargo, las regiones no sólo requieren portavoces, sino líderes, autenticamente regionales y elegidos por su comunidad.

El centralismo político, en gran medida se debe a las propias regiones, que no valoran ni eligen a sus líderes locales, sino que buscan siempre traer a rostros nacionales, hipotecando su futuro y autoestima colectiva. Así, a fines de julio dirigentes opositores penquistas declaraban: “existe más del 90 por ciento de posibilidades” de que el ex diputado RN Andrés Allamand junto al lider gremialista Pablo Longueira sean candidatos a senador por la Región del Biobío, para romper el “doblaje” que mantiene la Concertación. ¡Hasta cuando!

Diego J. Benavente Millán